TEOFILO QUICO TABAR
La jornada de protesta que paralizó el país el lunes, debería poner a reflexionar particularmente al Gobierno que al parecer desconoce o no le da importancia al disgusto generalizado en la población, porque no se notan los esfuerzos que realiza para corregir las causas que lo motivan, pero igualmente a los sectores de la cúpula empresarial que se pronunciaron para que no se acogiera el llamado a huelga.
Los problemas cotidianos que cada día se suman a la sobrecarga que soportan los debilitados hombros de la ciudadanía y que tiene a la gente hastiada, son mayores de lo que los consejeros políticos oficialistas y parte de la cúpula de poder sospechan. Además de esos problemas, tienen que vivir en constante zozobra por la inseguridad en medio de apagones, violencia, robos y carencias de servicios.
Mientras los ingresos de la mayoría de los hogares no aumentan, los costos de todas las cosas necesarias para la subsistencia crecen. Todo, absolutamente todo sube, al mismo ritmo de la inseguridad y la desesperanza, y eso es definitivamente explosivo.
Pero no solo el gobierno y los sectores empresariales que se opusieron a que el pueblo buscara una válvula de escape a la acumulación de problemas, que fue en realidad lo que motivó el éxito de la jornada del lunes, sino que todos los demás sectores, incluyendo los políticos, deben ponerle atención a esa forma de expresión popular, porque ésta no se produjo simplemente porque un grupo de organizaciones populares hicieran el llamado, sino porque existen razones más que justificadas para que la gente se manifestara en contra de la situación.
Ese sentimiento acumulado en contra de la forma como gobiernan las actuales autoridades, en cualquier momento se puede transformar en un sentimiento en contra de un sistema que se ha sido incapaz de darle respuestas definitivas a los problemas básicos, fundamentales o primarios que arrastramos por años.
La acumulación de riqueza de unos pocos, particularmente los que lo hacen desde los entornos políticos, en contraste con la situación de miseria que vive la mayoría, pero que repercute y sacude la conciencia de la clase media consciente, obliga a todos, incluyendo la oposición, a brindar soluciones prácticas, creíbles y capaces de que la gente mantenga la esperanza en la vía democrática, para que no encuentren motivos de sentirse defraudados y dejarse encantar por ideas que conduzcan a nuevos sistemas, aunque éstos no necesariamente garanticen seguridad.
Ojala que la jornada del lunes contribuya a abrir algunas seseras oficialistas que no entienden que todo cansa. Que la gente no es tan tonta como para no darse cuenta de que detrás del brillo que exhibe el gobierno por vía de la propaganda, la corrupción brota de tal forma que ya sus efectos, no solo cuartean el lustre que cubre su bizcocho, sino que enseñan la podredumbre interior, mientras la mayoría de los hogares viven situaciones calamitosas, desde que se levantan hasta que se acuestan.
Santo Domingo, R.D., jueves, 14 de julio de 2011.
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