sábado, 30 de julio de 2011

Lecciones de un acto



Pedro P. Yermenos Forastieri 
yermenosanchez@codetelnet.do 


El PLD acaba de realizar un acto divulgado al país por radio y televisión. El propósito de su comité político pudo ser llevar a cabo una actividad con objetivos absolutamente electorales; que proyectara una monolítica unidad del partido; que constituyera una inequívoca expresión de adhesión del liderazgo mayor a su candidatura presidencial y que se traspasara efectivamente la tan mencionada antorcha partidaria al símbolo que en la actualidad encarna las posibilidades de que la organización preserve el poder. 

Bastó ver el acto que comento para concluir que el mismo no satisfizo ninguno de esos anhelos y que si los peledeístas hicieran de él una lectura política correcta, no les faltarían motivos para estar hondamente preocupados, tal y como no pudo ocultar que lo estaba su candidato presidencial, relegado a un segundo plano, lo cual disminuía la simbología que en este momento representa. 

Llama la atención que nuestro presidente, tan admirador de las tradiciones políticas norteamericanas, le esté dando de lado a la que en Estados Unidos establece que una vez electo el candidato presidencial, éste se convierte en la figura principal y alrededor de la cual gira el más mínimo detalle del partido. 

El acto de referencia no sólo evidenció su decisión de no permitir que hayan dudas de dónde es que radican el liderazgo y la jefatura del partido sino que, y es lo más importante, trazó la línea de por dónde es que manipulará las cosas para que se dirija la campaña y la estrategia electoral. 

Nada de “cambiar lo que está mal”, ni de “hacer lo que nunca se hizo”. Eso, él lo sabe, implica una diferenciación de lo que han sido sus gestiones. La consigna será, según su designio, “memoria contra el olvido”. El no es tonto, sabe que su consigna fuerza a insistir en que aquello estuvo mal y esto es lo que está bien, por eso, hay que resaltar las bonanzas de sus períodos como forma de confrontarlo con el pasado que se considera inferior. 

Eso, a la estrategia de Danilo, no le puede caer peor. El candidato está consciente del disgusto de la población y conoce la necesidad de asumir una fisonomía política propia que sea capaz de generar una expectativa de cambio respecto de la fuente que genera el disgusto. 

Ahí radica el tormento interno que abatía a Danilo y que su lenguaje corporal, que se pudo constatar, se encargó de delatar. 

Santo Domingo, R.D., sábado, 30 de julio de 2011.

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