miércoles, 27 de julio de 2011

No digamos jamás la mentira. Lecciones políticas aprendidas de la geometría


LUIS SCHEKER ORTIZ

Confieso que nunca fui bueno en matemáticas. El álgebra y la trigonometría eran mi Némesis. Las ecuaciones, la raíz cuadrada y los teoremas (LQQD) me sacaban de quicio, a pesar de tener muy buenos profesores: Manolín Troncoso, la Ramón, Castro Colón,  tuve que tomar clases particulares, pudiendo sacar algún provecho de las figuras geométricas cuando, en tiempo  asaz  peligroso,  comenzaba a razonar  y especular sin atreverme a  incursionar en la política.

Por eso, escuchando el magistral discurso del Presidente del Partido de la Liberación, y sus loas a su obra de gobierno, no dejo de  admirar a quienes juegan con los números. Me parecen prestidigitadores fabulosos.

Y me asalta la duda de qué podría hacer el sempiterno aspirante, Danilo,  a quien le guardo respeto, o cualquier otro para superarlo: “Continuar lo bueno, corregir lo malo y hacer lo que nadie ha hecho”, ya que  todo lo que se podía hacer se ha hecho y todo lo que  se ha hecho es bueno y no hay nada que corregir ni de qué quejarse o arrepentirse, excepto de heredar un mal gobierno hace ocho años, y aún así estamos disfrutando del mejor Gobierno del mundo, del “mejor presidente que hemos tenido y que tendrá la República Dominicana” en palabras sacras de la Primera Dama, a despecho del resultado de   la insólita encuesta CID Gallup y de una gran parte de la población que no siente ni percibe  los efcctos benéficos que colocan a la República Dominicana en una situación económica  privilegiada, donde nuestra economía crece y no deja de crecer a pesar del desastroso desempeño de la economía mundial y de la magnitud de la crisis que ha perturbado aun a países ricos (Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Francia) que han visto decrecer  su economía y su deuda  incrementarse.           

Volviendo a las  figuras geométricas, estas  me permitieron apreciar lo que podía verse del régimen del Generalísimo, distinguir verdades a medias de mentiras completas, sin perderme  en logaritmos o guarismos,  partiendo de  cierto silogismo que  me lucía apropiado para sacar mis propias conclusiones. Por ejemplo, el cuadrado, figura perfecta, con sus cuatro lados iguales, reflejaba  la imagen del régimen: estable, centralizado, autoritario, de mentalidad estrecha. El triángulo en sus distintas modalidades me resultaba  interesante: Equilátero: todos sus  lados y ángulos  iguales, para  la maquinaria del gobierno,  conducían a un sólo propósito: la perpetuación del régimen dictatorial.

El Isósceles, con sus variantes,  dos lados iguales y uno desigual,  que servía para ilustrarme que en el régimen,  no obstante su podredumbre, existían servidores sin mancha, sin alma de mártir ni de héroes, pero libres de corrupción y de sangre. El Escaleno, de líneas desiguales convergían hacia otro fin: desestabilizar. Eran los opositores  radicales,  valerosos, imprescindibles  (la raza inmortal) que escribirían el epitafio del régimen. Otra figura importante, digna de estudio y reflexión, la  Circunferencia. El régimen se reciclaba. Parecía no tener comienzo ni fin. Algo de hechicero tenía, daba  vueltas y vueltas y volvía una y otra vez,  siempre a lo mismo.

¿Qué decir ahora? Cambios ha habido positivos, pero 1. La forma en que se desenvuelve la vida política y social de la nación, sigue siendo un círculo vicioso que  parece eternizarse, sin  hálito de esperanza. 2. Los gobernantes y los partidos políticos, con  su estrecha visión, parecen  “encerrados entre cuatro paredes y un techo.” Perfectamente ciegos, sordos, o creyendo a los demás idiotas.

3.  Los  poderes del Estado,  que conforme con la Constitución deberían ser como un triángulo equilátero, equilibrado, iguales  e independientes entre sí, lucen cada vez menos auténticos, más maleables. 3. La oposición semeja un escaleno,  que no logra ocupar su espacio unitario y encontrarse consigo mismo. Como esos WikiLeads se dejan sentir de vez en cuando para llenar de espanto y cubrir de ignominia a  hechiceros.

Santo Domingo, R.D., miércoles, 27 de julio de 2011.

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