miércoles, 10 de agosto de 2011

Diálogo barrial: las expectativas que no fueron satisfechas


Orlando dice...
ORLANDO GIL

PANORAMA
Informé que las encuestas daban cuenta de que la seguridad ciudadana era una de las principales preocupaciones de la población, que sin duda sería uno de los temas de campaña, pues cada vez que el candidato del PRD podía, atacaba en esa dirección, y que la primera salida del presidente Leonel Fernández era motivada por el desbordamiento de la violencia, la delincuencia y la criminalidad en el país, pero sobre todo en los barrios de la Capital. 

Sin embargo, la reunión en la calle del pasado lunes en Gualey no cumplió su cometido. La actividad fue algo sorpresiva, anunciada de un día para otro, como si su manejo secreto fuera lo adecuado. Incluso, por hacerse así, provocó expectativas que no fueron satisfechas. Al contrario, puso en evidencia de que los remedios, además de no haber curado, el enfermo reniega de ellos, como si contagiaran un malestar mayor. ¿Cómo se explica o se entiende que los moradores rechacen la presencia de agentes de la Policía Nacional y de la Dirección Nacional de Control de Drogas?...

EXISTÍA
El gobierno es ahora como el dedo malo al que todo se le pega. Los representantes oficiales de Gualey y sus alrededores tuvieron el pasado lunes acceso al Presidente de la República y plantearon sus necesidades. Entre ellas la seguridad ciudadana. El hecho es curioso, y sobre todo intrigante. No fue una querella de opositores, pero sí se produjo en momentos en que los adversarios del gobierno levantan como bandera el desasosiego que se vive en los barrios. Y lo hacen en medio de una campaña electoral. Es decir, que es un débito del candidato que ñse suponeñ representa al PLD. ¿Por qué es curioso e intrigante? El mandato que se inició en el año 2004, y que dura todavía, asumió la violencia, la delincuencia y la criminalidad como uno de los principales problemas de la sociedad. Y si lo hizo desde el primer momento fue porque la situación era grave. Tal vez no deba hablarse de herencia, pero la verdad sea dicha. El problema existía y se quiso resolver. Incluso, inquieta saber si la iniciativa fue del gobierno, como una de sus políticas fundamentales, o del entonces secretario de Interior y Policía...

¿El o El?
Como los ahora ministros no funcionan como entes separados, hay que decir que la lucha contra la delincuencia fue decisión del gobierno de entonces, cuando eran secretarios de Estado. El cual además aportó (en abundancia) los recursos para llevar a cabo las tareas que resolverían el problema. Aunque no puede desconocerse que el incumbente de Interior y Policía, Franklyn Almeyda, asumió su responsabilidad con mucho entusiasmo y dedicación. Es más, valoró tanto su trabajo que llegó a pensar que podía catapultarlo como candidato. No se dio, y no hay porqué asociar un fracaso con otro. Como aspirante a la nominación, Almeyda nunca tuvo manual. Se llevaba de sus intuiciones (o locuras), y persistía en sus errores con orgullo de mula. Para él, ser cabeza dura, era una virtud. La seguridad ciudadana, sin embargo, fue otra cosa. Se acopiaron los mejores planes, con resultados comprobados en Nueva York y Bogotá, y se hicieron las inversiones que demandaban las circunstancias. Por falta de dinero nunca dejó de hacer...

EL FRACASO
La solvencia de su secretaría, primero, y ministerio, después, no dejó dudas. Los fondos puestos a su disposición no solo dieron para comprar las controvertidas motocicletas Harley Davidson, sino para invertir en planes de viviendas y celebrar concursos de piropos en los barrios seguros. La tranquilidad era tanta que alcanzaba para que el flirteo ligero (“Qué calderito que coge moro”) fuera galardonado. Ahora, cuando al paso de siete años los “barrios seguros” reclaman lo que se creía les sobraba: seguridad, el gobierno no sabe ni tiene forma de reaccionar. Si no funcionaron las políticas de Estado, cuya aplicación llevó años (o dos períodos), ¿qué puede inventarse el gobierno para que la violencia, la delincuencia y la criminalidad no sean elementos de desastre en  la campaña? Si la respuesta dada en Gualey, de mandar más agentes policiales, es la única que el gobierno tiene a manos, Danilo Medina no puede contar con su ayuda en ese campo. El handicap en esa materia es más que ostensible. El desbordamiento de la delincuencia es incontenible...

Santo Domingo, R.D., miércoles, 10 de agosto de 2011.

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