TEOFILO QUICO TABAR
No solo por lo que dice la gente y los gritos de desesperación que se escuchan contra el gobierno, producto de la falta de empleos, encarecimiento y desorden, se evidencia la actitud derrotista del gobierno. Tampoco por lo que indican las encuestas a favor de Hipólito Mejía como candidato de la oposición frente a un gobierno que ha fracasado en la mayoría de sus ofertas; sino evidenciado aún más, en la campaña de ataques verbales puesta en marcha por los espacios oficialistas, confirmando que no tienen nada positivo ni brindar, ni soluciones que ofrecer a un pueblo que se cansó de esperar.
Un viejo adagio dice que en política, el que pelea pierde, pero parece que los oficialistas no lo conocen o no les importa. Como tampoco les importan las opiniones de quienes no forman parte de los equipos de alabarderos que cotidianamente resuenan en los medios de comunicación, con tendencias a la genuflexión, pues se han pasado años y años a base de propaganda, creando imágenes y haciendo creer que son infalibles, ayudados por los que con suficientes razones se han amancebado con el poder.
Pero equivocadamente, eso es precisamente es lo que está haciendo el gobierno ante su fracaso. Pelear contra todo aquel que se manifiesta en contra de los desastres cometidos. Combatir a quienes no se alinean o se inclinan ante sus actuaciones desacertadas. Acusar, porque no tienen respuestas válidas y creíbles, a quienes se asoman ante el pueblo con posibilidades reales de sustituirlos.
Pero ya no valen los gastados slogans que pretenden confundir el pasado, pues se trata del presente. De lo que el pueblo se quiere sacudir es de la situación de ahora. De los que no han sabido brindar soluciones, porque ni les han dado nuevas oportunidades de trabajo, ni han brindado seguridad, lo han encarecido todo y embarrado de corrupción.
Nadie teme a que se hable del pasado. Si quieren hacerlo que lo hagan, pero les recomiendo no olvidar, que el que pelea pierde. Y no solo pierde, sino que obliga a la gente a pensar más en el presente, que recordar el pasado.
La gente no protesta ahora por lo que pasó ayer, como tampoco solicita empleos o busca trabajo si no los tenían en el pasado. La gente reclama comida, salud y agua no por el ayer, sino porque están padeciendo sed, hambre y enfermedades ahora. No requieren luz y seguridad por lo que les cuentan sus padres, tías o abuelos, sino por sus necesidades de hoy.
Los gritos de desesperación son contra el gobierno de ahora, no del pasado. Las encuestas reflejan la situación de hoy, no la de ayer. Lo que la gente quiere son soluciones ahora, de quienes gobiernan, de quienes prometieron, hablaron, juraron, acusaron y conceptualizaron, pero todo se volvió sal y agua, porque solo un grupito privilegiado ha podido saborear las bonanzas de un gobierno elitista.
Santo Domingo, R.D., jueves, 18 de agosto de 2011.
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