DANILO CRUZ PICHARDO
Después de muchos años de ser un empresario del sector agrícola el ingeniero Rafael Hipólito Mejía Domínguez ascendió a la Presidencia de la República. Durante su paso por el poder político nadie ha tenido la osadía de atribuirle un hecho doloso para su provecho personal.
En un país en el que es costumbre la descalificación política del adversario, el gobierno de Leonel Fernández no ha podido sacar un solo papelito que comprometa la imagen pública del candidato del PRD. Hipólito Méjía puede dormir tranquilo.
Y es que como dijo Sócrates: “La buena conciencia es la mejor almohada para dormir”.
¿Se puede decir lo mismo del grueso de los funcionarios públicos del presente gobierno? ¡No señor! Las propias encuestas de opinión revelan el alto porcentaje de dominicanos que percibe alarmantes niveles de corrupción en la presente administración.
El 99 por ciento de los funcionarios gubernamentales de hoy, no tenían empresas antes de administrar organismos estatales y, muchos de ellos, actualmente ostentan riquezas económicas muy superiores a la suma de recursos que posee el candidato del partido blanco.
¿De dónde salieron esas grandes fortunas?
Pero se equivocan los que piensan que defiendo la moral de Hipólito por razones políticas.
Lo defiendo por estar consciente de su transparencia y de sus valores éticos, los que ha enseñado a sus descendientes. ¿Cuál de los hijos de Hipólito Mejía ha estado envuelto en algún escándalo? Ninguno.
Me motiva escribir sobre la cristalina imagen pública de Hipólito Mejía, en momentos en que los gobiernistas hablan de retroceso ante el inminente retorno al poder político del PRD.
El ingeniero Hipólito Mejía administró y administrará los fondos del erario con pulcritud.
¡Qué diferencia!
Santo Domingo, R.D., jueves, 18 de agosto de 2011.
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