CON MIS OJOS//
MARÍA ISABEL SOLDEVILA
No es secreto que quienes ejercemos el periodismo, cantamos mejor en solitario que en coro. Subrayo la palabra periodismo, para que quede claro que no se trata del ejercicio de repetición, cual papagayo, de las consignas de quien ha comprado pluma, garganta, imagen.
Existen, sin embargo, ocasiones en las que esos y esas periodistas reconocen la necesidad de contraatacar con las manos unidas. Cuando llegan amenazas a la prerrogativa fundamental de informar, de expresar las ideas libremente, entonces se activan todas las alertas.
La gente de la prensa sabe -porque ha sobrevivido a dictaduras o porque ha respirado libertad- que la posibilidad de expresar sin tapujos las ideas es de esas cosas “que el dinero no puede comprar”.
Aunque pudiera parecer exagerado, éste es uno de esos momentos para aunar esfuerzos y dar la voz de alerta.
Conocí al Balaguer de los años 80 y 90 (aunque al de los 12 años me lo explicaron con detalle en casa) y al Trujillo de los recuerdos y los libros. He vivido en democracia toda mi vida, nací cuando terminaban los tiempos de bandas “incontrolables” de colores y nacían nuevas -y ya marchitas- esperanzas.
Poco a poco, quienes han puesto precio a la palabra, desmoralizando con ello a generaciones enteras, han desacreditado a una profesión hermosa, noble, desde la que se tejen los sueños de la patria y se pelea por las mejores causas.
Es hora de sacudir el miedo. El sistema empuja, expulsa, purga a todo lo que no le conviene. Y los males del sistema habitan en lo público y lo privado -sobre todo en este país tan chico.
Que sepan que cuando empujen, presionaremos en la vía contraria, pues la lucha de los verdaderos periodistas es la del pueblo. No hora de poner la otra mejilla. Es hora de la verdad.
Santo Domingo, R.D., domingo, 28 de agosto de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario