El Bulevar de la vida//
PABLO MCKINNEY
En los últimos meses, en el polígono central de la capital -(Malecón hasta San Martín - Luperón hasta la Gómez) han ocurrido graves hechos de violencia.
Cualquiera diría que la violencia ha aumentado en la ciudad, pero no; es tan sólo que viene bajando, y lo que antes era asunto de barrios “calientes” hoy ocurre cotidianamente en cualquier esquina de la Lincoln.
Viene bajando la violencia desde el barrio pobre y se va asentando burlona en los semáforos y los mall, en restaurantes de moda y discos hi; sólo ahora los residentes en el polígono central se enfrentan a lo que significa la debilidad, corrupción e ineficiencia de la Policía Nacional, a cuyos agentes la ciudadanía les teme más que a las bandas barriales.
Las clases media y alta suplen los malos servicios de salud con un seguro medico, la pésima educación pública con un colegio privado, la escasez de agua con una cisterna y la falta de energía con un inversor o una “planta”… pero contra la inseguridad ciudadana la privatización no es una opción por costosa y por ineficiente.
Para la seguridad de nuestros hijos no hay guachimán que valga. Ellos tienen que hacerse hombres y mujeres en las calles, en los party con “perreo” y otras locuras de su generación… Nosotros también tuvimos las nuestras: “Que suelten de una vez los cinco MPD/ Si no los sueltan, hay candela”.
Sólo precaución, ocupación, comunicación, atención paterna, la gracia de Tatica la de Higüey, más una PN adecentada, tecnificada y bien remunerada pueden ayudarnos.
Mientras los asaltos ocurrían en la esquina de Rafelito, en Capotillo, importaba poco. Mientras morían los hijos de Mela y el sobrino de Ángito, el sastre en la entrada del billar de Moreno, en La Ciénaga, la cuestión no era importante, eran apenas vainas de barrio “caliente”. Pero la violencia viene bajando, ay, está llegando a los barrios “bien” para quedarse a hacer el mal, y al fin es noticia el dolor.
Sentimos que se hunde el país, el exilio ya no es opción: y entonces llegamos los periodistas con nuestras columnas, programas y noticiarios sensacionalistas y agresivos, consternados de impotencia.
Pero, ¡cuidado!, nada de esto es nuevo para el 90 por ciento de la población capitaleña, es sólo que, hacia el polígono central, viene bajando la violencia con su negro manto de muerte, con su frío abrazo de dolor.
Ojalá y nos sirvan estas sombras para valorar el sol y entender que la sociedad toda es nuestra casa, cada niño es nuestro hijo, y cada hogar dominicano es nuestra familia.
PD: Lamento informarles, que esta columna no es de ayer ni de hoy sino del siete de septiembre de 2004. O sea, que estábamos frente al abismo, y decididos, con “un par”, en estos casi siete años hemos dado un paso al frente.
Santo Domingo, R.D., lunes, 08 de agosto de 2011.
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