MONS. RAMÓN BENITO DE LA ROSA Y CARPIO
Jesús, en su Evangelio, proclamó que que para alcanzar el Reino de Dios y sus valores, es necesario generar violencia hacia uno mismo.
Esta violencia implica el control, el trabajo, la exigencia sobre sí mismo, y esta violencia hace que nosotros podamos progresar y avanzar y no hacer daño a los demás.
Apliquemos concretamente esto de ser violentos con uno mismo a los feminicidios. Los hombres, en lugar de generar violencia hacia ellos mismos, de controlarse y dominarse, arrojan sus violencias frente a la mujer y terminan matándola, eliminándola.
La violencia frente a los demás, el querer controlar y dominar destruyendo al otro, es porque uno no se domina a uno mismo, no controla sus propias pasiones, sus propias ambiciones, sus apetitos desordenados.
Por eso Jesús habla de esa violencia consigo mismo, que es una violencia que muchos llaman violencia blanca, porque termina haciéndote bien a ti y a los demás. La otra violencia, la que hace daño a los demás, hay que llamarla violencia roja, porque termina derramando sangre y haciendo daño. Los seres humanos tenemos que escoger entre la violencia blanca, la que hace bien, y la violencia roja, la que daña y mata.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 24 de agosto de 2011.
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