Radhames Gomez Sanchez
Acierta el presidente cuando requiere celo familiar para la formación de nuestros jóvenes.
Sin embargo, Leonel Fernández queda corto. Más que nada hacen falta buenos ejemplos.
Y los ejemplos deben darlos los líderes, los dirigentes, los de arriba.
Cunde la delincuencia y los problemas, porque desde arriba se esparcen los peores ejemplos de corrupción impune y desarraigo.
Fernández al agradecer al club Mauricio Báez un homenaje que le dedicó como un hijo de Villa Juana, recordó a un compañero de baloncesto con el que jugaba partidos de "21" y al que había dejado de ver hace más de 3 lustros.
Y en ese momento aludió a la necesidad de que la familia, la barriada, los clubes y las organizaciones colaboren en la formación de la juventud.
El caso es que ahora mismo la juventud dominicana está huérfana. Tenemos jóvenes sin formación, sin adiestramiento productivo y sin futuro.
De nada valdrá el control doméstico si el muchacho sale a la calle y ve al delincuente, el narcotraficante y el criminal sueltos y con el dinero, convertido en un Dios terrenal, del que carece su familia por honrada que sea.
La desprovisión económica y una moral sólida enfrentarían el mal ejemplo callejero si existiera educación, formación religiosa y familiar.
Pero los malos ejemplos de las calles y de los liderazgos irresponsables terminan por derretir los valores infundidos en los jóvenes, que van buscando el lucro fácil del tráfico criminal
Esos malos ejemplos, los de los líderes y los del barrio, tienen que ser erradicados, para enfrentar los graves males que agobian hoy a la sociedad dominicana.
Leonel Fernández mismo, cuando jugaba baloncesto en el club Mauricio Báez, nunca tuvo que enfrentar tan perniciosos y malos ejemplos como los que enfrenta hoy nuestra juventud.
Los malos ejemplos deben ser sacados de raiz, para empezar la revolución moral que al país le hace falta.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 21 de septiembre de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario