Cuando el candidato presidencial del gobierno, Danilo Medina, en su discurso de proclamación habló del látigo que serviría para castigar la corrupción, no hice más que mirar a su alrededor…
Y recordé que pocas veces, poquísimas, el candidato oficialista se ha referido al tema de la corrupción…
Aunque admito que no hace mucho dijo que no iría al Palacio a robar (¿?)
Cuando Danilo habló del látigo pensé en más de cien denuncias de corrupción del presente gobierno sin que haya sometido a nadie a la justicia.
Cuando Danilo habló del látigo me reí mucho porque me llegó a la memoria aquella expresión del presidente Leonel Fernández en un discurso de toma de posesión donde invitaba que nadie le dijera “en privado lo que no podía decirle en público”.
Cuando Danilo habló del látigo cerré los ojos y busqué los nombres de los funcionarios presos por corrupción, tanto en el viejo como en el nuevo modelo penitenciario, y no encontré ninguno.
Cuando Danilo habló del látigo pensé en las auditorias de la Cámara de Cuentas que demuestran graves irregularidades en la administración pública, secuestradas por el interés político del Palacio Nacional.
Cuando Danilo habló del látigo pensé en los viajes del Presidente y la Primera Dama en vuelos privados con amigos y relacionados. En el cierre de tiendas en Europa y Estados Unidos para comprar libros, zapatos y sombreros a nombre del Presupuesto Nacional.
Cuando Danilo habló del látigo, me pregunté qué pasará con la Fundación Global y Desarrollo, creada desde el poder con recursos del Estado, de contratistas y suplidores del Estado.
Cuando Danilo habló del látigo, no sé por qué, pero los 130 millones de dólares de la Sun-Land me asaltaron la memoria porque aun nadie sabe qué se hizo ese dinero, en qué se invirtió, ni como se esfumó.
Cuando Danilo habló del látigo en el acto de proclamación de su candidatura, al mirar a su alrededor comprobé que casi todos los ministros y viceministros fueron recomendados por él.
En primer plano, desde la izq. Nelson Solano y, entre otras figuras, el presidente Fernandez y el ex ministro de Obras Publicas, Freddy Perez.
Cuando Danilo habló del látigo pensé en Solano, deportado por narcotráfico a quien el gobierno le otorgó obras por más de cinco mil millones de dólares, según lo establece la sentencia de la Suprema Corte de Justicia. Y pensé en Toño Leña, contratista del Estado, que anda exhibiendo cheques millonarios a favor de funcionarios de la construcción.
Cuando Danilo habló del látigo, en medio de abrazos, besos, fanfarrea y consigna de unidad y hermandad eterna hacia los miembros del Comité Político y el Comité Central convertidos en millonarios que compiten en acumulación de capitales con los principales grupos económicos del país, no lo podía creer. Aquello era para morirse de la risa...
Y me pregunté: “¿Cómo este hombre diga que no irá al Palacio a robar y que tendrá un látigo para castigar a los corruptos, si la mayoría de los presentes en la mesa principal del acto de proclamación han sido calificados de corruptos por el rumor público? ¿Cómo usará el látigo si esos personajes son sus amigos, hermanos y camaradas, que además trabajarán para que llegue al poder?
Y llegue a una conclusión: El látigo de Danilo, será de seda.
No tengo dudas: En un eventual gobierno de Danilo, como ocurre ahora, los corruptos no serán tocados ni con el pétalo de una rosa.
¡De eso no tenga usted dudas!
Santo Domingo, R.D., sábado, 03 de septiembre de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario