El presidente dominicano capitaliza la aspiración universal de regulación de los mercados, creando falsas expectativas, cuando sus energías deberían orientarse a enfrentar la especulación nacional con los productos agropecuarios.
JUAN BOLÍVAR DÍAZ
El presidente Leonel Fernández busca un protagonismo internacional al replantear la regulación de los mercados que no han podido establecer los gobiernos de las grandes economías, que en los últimos años han tenido que invertirlo todo para mantener un precario equilibrio financiero.
En diversos sectores se deplora que el mandatario no dedique sus grandes energías, en su último año de gobierno, a reducir la gran especulación que afecta tanto a los productores agropecuarios nacionales como a 10 millones de consumidores en 48 mil kilómetros cuadrados y quiera lograrlo a escala universal.
Preocupación general
Nadie debe ser tan mezquino como para no celebrar que el presidente dominicano plantee reivindicaciones tan importantes como la necesidad de regulaciones sobre el inmenso poder de los mercados internacionales, pero el gobierno no debe crear sobre expectativas de que este pequeño país, de tan escasa incidencia internacional, encabezará una cruzada que no han podido empujar, aunque lo han planteado, mandatarios como Sarzkozy y Obama.
En la “conferencia magistral” que pronunció el martes el presidente Fernández, reconoce la complejidad del problema señalando que pese a la crisis económica iniciada en el 2007 persiste la insuficiencia de regulación, por lo que “los Estados se encuentran imposibilitados de controlar ese conjunto de operaciones y transacciones financieras que se ha demostrado que tienen una incidencia directa y determinante en la estabilidad de las naciones y la prosperidad de los pueblos”.
Leonel Fernández también reconoce que “la comunidad internacional ha dado importantes pasos para afrontar la crisis global de seguridad alimentaria y sus diferentes causas”. Se refiere al Equipo de Tareas de Alto Nivel sobre la Crisis Mundial de la Seguridad Alimentaria de la ONU, creado en abril del 2008 e integrado por 22 organismos internacionales que ya este año planteó un “Marco Amplio para la Acción”.
Igual cita la resolución de la reunión de ministros de Agricultura del G-20 (los países de mayores economías) de junio pasado, que pide a sus ministros de finanzas “tomar decisiones para una mejor regulación y supervisión de los mercados agrícolas de futuros y derivados”. Y recuerda que ya en abril los propios ministros de Finanzas y Gobernadores de bancos centrales del G-20 clamaron porque los mercados de derivados bancarios “estén sujetos a una regulación y supervisión adecuadas y que mejoren la transparencia en los mercados mencionados de derivados y futuros”. El propio discurso del mandatario evidencia que es una desproporción pretender que él encabeza una cruzada que precisa el apoyo del resto del mundo.
En la Asamblea General
Es plausible que el presidente Fernández aproveche su discurso anual ante la Asamblea General de la ONU para renovar la preocupación por la especulación y la falta de regulaciones, pero es hasta penoso que se manipule a los dominicanos con una supuesta cruzada de tan difícil materialización. Tras la crisis iniciada en el 2007 el presidente de Estados Unidos ha reclamado nuevas regulaciones de los mercados financieros, pero que no ha podido contra esos poderes supranacionales.
El gobierno dominicano podría aspirar a lograr la aprobación de una declaración donde la Asamblea General urja a los organismos especializados multilaterales a adoptar providencias, lo que ya sería un gran triunfo diplomático. Para ello debió haber solicitado a la Secretaría General que incluyera el tema en la agenda, haber elaborado y circulado un proyecto de resolución y dedicado un equipo de diplomáticos a promoverlo. Es claro que su éxito dependerá de los grandes centros del poder mundial, ahora demasiado preocupados por la crisis financiera y económica.
Más allá de generalidades, no sería fácil conseguir consenso para “enfrentar los altos precios de alimentos y del petróleo”, porque muchos países se están beneficiando de los mismos, lo que ocurriría a la República Dominicana cuando en pocos meses reinicie la exportación de oro, cuyos niveles de precios actuales son la mejor prueba de la especulación.
Cuando el presidente Fernández planteó esta semana “un consenso global para la reducción de la volatilidad de precios y la especulación financiera…como todo un nuevo orden financiero mundial” hizo recordar la fracasada cruzada por el “Nuevo Orden Económico Internacional” (NOEI) que impulsaron 110 países agrupados en el Grupo de los No Alineados, que incluía a naciones tan grandes como India, Brasil, México y Argentina, y a líderes y organizaciones de todo el mundo. Entre sus reclamos estaban los precios de las materias primas, el petróleo y los alimentos, las regulaciones financieras y de los mercados transnacionales y el financiamiento del desarrollo del tercer mundo. El NOEI se debatió entre los años 60 y 80 y quedó enterrado al ritmo de las desregulaciones y absoluto libre mercado que impusieron Margaret Tatcher y Ronald Reagan en los 90. La caída del socialismo acabó de enterrar el tercermundismo.
RD: un buen escenario
Roberto Alvarez, un dominicano experto en relaciones internacionales, con décadas de residencia en Washington y hasta hace poco embajador del país ante la OEA, consideró una quimera y vanidad intelectual que el presidente Fernández pretenda encabezar una cruzada que tenga éxito frente a la especulación financiera global. Cuando se le consultó al respecto dijo que esa misión sería para Obama o Sarkozy.
En ámbitos nacionales se estima que el presidente Fernández debería tomar este pequeño país de 10 millones de habitantes para demostrar que es posible regular la especulación con los precios de los alimentos. El vicepresidente ejecutivo de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD) dijo el viernes que sería la salvación de los productores que el gobierno adoptara providencias para reducir los enormes márgenes de beneficios de los comerciantes intermediarios en los productos alimenticios.
Osmar Benítez entregó un cuadro elaborado por la JAD donde se muestra que el arroz se está pagando a los productores a 15.60 pesos la libra y se vende en los colmados a 28.75, con un incremento de 84.29 por ciento. Y los arroceros dicen que están al borde de la quiebra, pues no cubren sus costos de producción.
La especulación de los intermediarios es mucho mayor en los plátanos, guineos, aguacates, cebollas, yuca, batata y otros rubros agrícolas cuya venta en los colmados supera lo que reciben los productores en 300, 400, 600 y hasta 700 por ciento, sin que ningún organismo estatal se muestre preocupado. La especulación afecta a los productores de reses, cerdo, pollo y leche. Los productores de batata y repollo a veces prefieren pasarle tractor a sus cosechas antes que vender por debajo de sus costos.
El economista Pavel Isa Contreras planteó esta semana la crisis del mercado agropecuario dominicano en un artículo en El Caribe, con el expresivo título de “Cosechando tempestades en la agropecuaria”. Las importaciones descontroladas, las deudas de los organismos estatales que compran alimentos, la falta de incentivos y la especulación en los precios están generando lo que Isa denominó como “sistemático tsunami social en muchas zonas rurales”. He ahí un campo propicio para los últimos meses de gobierno del doctor Leonel Fernández. -
Cruzada internacional
En las últimas semanas el presidente Leonel Fernández aparece enfocado en la idea de encabezar una especie de cruzada mundial contra la especulación en los precios de los alimentos y el petróleo para lo cual ha venido recabando apoyo de la comunidad internacional y se propone plantearlo esta semana en el nuevo período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde pronunciará un discurso.
Se han venido publicando cartas de unos treinta jefes de estados y de gobiernos, como los de Gran Bretaña, Francia, Alemania y España, así como de funcionarios internacionales, expresando simpatía y hasta apoyo con la causa enarbolada por el doctor Fernández, incluyendo al Papa Benedicto XVI, aunque se ha echado de menos el de Estados Unidos.
La carta del Rey Juan Carlos de España deja claro que responde una petición del presidente Fernández recabando apoyo a su preocupación sobre los daños que ocasiona la desenfrenada especulación en los mercados del petróleo y los alimentos, que el monarca no solo comparte, sino que le manifiesta que “en las diferentes instancias internacionales de las que España forma parte (Unión Europea, Naciones Unidas, G-20), mi país defiende el establecimiento de reglas que garanticen la sostenibilidad y estabilidad de los precios en los productos de consumo básico”.
Las diplomáticas respuestas a la carta del presidente Fernández, que hasta ahora podrían representar un veinte por ciento de la matrícula de la ONU, podrían ser muchas más porque la preocupación es generalizada, aunque seguramente serán pocos los que piensen que la Asamblea General pueda hacer algo más que aprobar una declaración diplomática que a nadie obligará a no ser que la causa sea impulsada por los grandes centros de poder económico del mundo, ahora demasiado perturbados y ocupados por la crisis financiera y la recesión internacional.
Santo Domingo, R.D., domingo, 18 de septiembre de 2011.
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