sábado, 24 de septiembre de 2011

Rafael Peralta Romero: “Dioses de cuello blanco”

Voces y ecos//

El escritor Edwin Disla  presentó   su quinta novela,  “Dioses de cuello blanco”. La misma narra  una sucesión de negocios sucios, crímenes, robos,  prostitución,  homosexualidad y sexo desenfrenado.

 En esta  novela  el consumo y tráfico de drogas se presentan como una situación rutinaria para sus personajes. Lo mismo que quitar la vida a una persona por sórdida paga  o para rendir el producto de un robo en equipo. Es  una gran alegoría para  presentar con  sentido crítico y notable osadía, los vicios que corroen a la sociedad de hoy.

Hay dos tipos de personajes en la obra de Edwin Disla. Unos son aristócratas y  otros son lúmpenes, procedentes de la marginalidad,   pero todos  son ciudadanos del  bajo mundo. En algunos de estos personajes, el nombre sugiere la especie a la que pertenecen: Caifás, la Calavera, el Bacá, la Gata, Latica y Drácula. Caifás, la Calavera y Bacá  son narcotraficantes, atracadores  y matones por encargo. La Gata es prostituta y lesbiana, amante fija de la Calavera.

Edwin Disla. 

Los personajes de Disla tienen sus arquetipos en la realidad  y  sirven  al autor para describir un Estado corrompido, presa del narcotráfico. Cuando  el Estado y sus instituciones no son dignos de confianza, se está en presencia de la descomposición social, la cual trae  inexorablemente corrupción e impunidad.

El concepto de  descomposición social se asimila con mayor prontitud y facilidad, si lo comparamos con la descomposición biológica. Un organismo comienza a descomponerse  poco después de la muerte. Una de las etapas del proceso se llama putrefacción. En la sociedad, la putrefacción  se siente cuando se pierden los valores morales y la desvergüenza  es lo que predomina.

Cuando jueces emiten sentencias complacientes  para el crimen,  y fiscales se involucran  en otros actos de violación a la ley y la ética, cuando miembros de la Policía roban drogas incautadas por las autoridades para venderlas en su provecho  y miembros de la Marina facilitan la entrada por nuestras costas de drogas y contrabandos, estamos  exactamente y lamentablemente en presencia de descomposición social, o sea putrefacción. Y hay más, aunque sea triste admitirlo.

Los dioses de cuello blanco que aparecen en la novela de Disla son finos y elegantes, viven en mansiones, dirigen empresas,  hacen obras de caridad, se retratan con los prelados, tienen esposa y amantes, en unos casos femeninos y en otros masculinos. Engañan al Estado  con el no pago de los tributos, engañan a la sociedad porque tienen doble fachada, engañan a sus socios  y son capaces de contratar a un sujeto del otro bajo mundo para matar por  celos a su amante como ocurre con  el cineasta.

Edwin Disla  penetra un bisturí, cual diestro cirujano,  a un cuerpo llagado  del que  brotan miasma y hedor. Disla ha puesto sus ojos en   un punto al que no llegan todas las miradas, pues para ello se requiere agudeza, sensibilidad  y valentía, todo lo cual muestra este autor  en la novela “Dioses de cuello blanco”.

Santo Domingo, R.D., sábado, 24 de septiembre de 2011.

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