jueves, 6 de octubre de 2011

Eduardo Álvarez: Antes de partir




Seriamos un pueblo dichoso, con mejor suerte, cuando tengamos a un presidente que, al anunciar su despedida, prometa montarse y encabezar una caravana de camiones rebosados de plátanos, arroz y habichuelas, cultivados en nuestros campos, vendidos a buenos precios. 

Que pueda decir “me voy pero vuelvo”, rodeado de una multitud regocijada, luego de inaugurar 32 mercados de productores como el Merca Santo Domingo, cuyos trabajos están paralizados, inexplicablemente, desde hace ocho años. Es una obra del presidente Hipólito Mejía. 

Que pueda cantar y bailar un Compadre Pedro Juan con los productores y consumidores, abrazados, al rito de un adecuado balance en los precios, suprimiendo o limitando los costos de mediación. 

¿De qué sirve montarse en un tren subsidiado por un sector ajeno a esas modernidades, si sus madres, esposas, hijas y hermanas tienen que tirarse a las calles reclamando al Presidente y al ministro de Agricultura que no las deje morir de hambre? Un cuadro patético que desluce la alegría del anuncio presidencial. 

Queremos tener a un jefe de Estado que, con los pies sobre la tierra, haga de la colección de mapas e informaciones sucintas sobre todas las provincias y municipios del país, una bitácora para gobernar día a día, sin vanas pretensiones internacionalistas. 

Me refiero a una valiosa publicación editada por la empresa Mapas Gaar, , con los elementales indicativos económicos de cada demarcación, librito que llevo conmigo para recordar, a cada momento, que vivo y soy de un país pequeño, pero hasta el tope de recursos naturales esperando manos generosas, amorosas e inteligentes que los exploten. 

Nos sentiríamos contentos, entonces, de tener a un presidente que sea aclamado por cumplir la ley de educación, destinando el 4% del PBI para este sector y que no tenga que enmendar su desprecio y falta de atención a las necesidades nacionales haciendo uso del patrimonio público (40 mil millones en sus propias palabras / “A confesión de parte, relevo de pruebas”). 

No tiene que montarse en otro Metro para que pueda volver triunfante. Basta con que se encarame en la tribuna de un mercado atestado de mangos, guineos, guanábanas, pinas, lechosas, guayabas, pitajayas y tamarindos. No tiene que hipotecar el país, como ha ocurrido ahora, sólo para que el Presidente se monte, de nuevo, en el Metro, antes de partir. 

Santo Domingo, R.D., jueves, 06 de octubre de 2011. 

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