LEANDRO GUZMÁN
Los que estamos enterados sabemos de la preocupación que tiene el presidente electo acerca del problema energético, puesto que sin energía no podrá haber desarrollo.
La CEDEE sabe cuántos usuarios hay subsidiados, pero ignora cuál es el consumo de cada uno, muchos de los cuales tienen aparatos de aire acondicionado, estufas eléctricas, televisores, calentadores y un sinnúmero de luminarias. Una gran cantidad de estos subsidiados apenas pagan 300 pesos mensuales, contrario a lo que ocurre a quienes pagan la energía, generalmente con facturas elevadas.
Una forma de cuantificar el verdadero consumo de residencias, industrias, empresas grandes y pequeñas, servicios públicos estatales y municipales, consistiría en crear brigadas que hagan auditorías energéticas para determinar si las facturaciones se corresponden con el consumo, para determinar exactamente quiénes son los que se roban la energía que produce el sistema. Esas brigadas deberían ser integradas por personas de férrea disciplina, como fueron aquellas que participaron activamente en la creación de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET)
Cuando esto se logre, el Estado podrá entonces planificar el potencial necesario para satisfacer la demanda de energía sin necesidad de producir los constantes apagones que se registran diariamente. Esa planificación tiene que contar con las fuentes de energía alternativas, para disminuir el consumo de un petróleo que no producimos.
Hace muchos años, según recordamos, que el ex presidente Juan Bosch, durante su efímera gestión democrática de siete meses, planteó públicamente la necesidad de aprovechar los pequeños saltos de aguas para mejorar la calidad de vida de los habitantes en las zonas de influencia de esos saltos. Entonces algunos se burlaron del presidente Bosch, pero ahora, cuando hay mejores tecnologías, esas alternativas cobran extraordinaria vigencia en un país pobre como el nuestro.
En una auditoría energética que se realice, este aspecto debería ser contemplado, pues son muchos los saltos de agua estudiados y engavetados que podrían explotarse con costos moderados, incluso con recursos propios.
En San Juan de la Maguana, para citar un caso, hay cinco proyectos de micro centrales hidroeléctricas, que proporcionan luz y agua a cerca de 500 familias. Si se hiciera lo mismo en las Cordilleras Central y Septentrional, donde abundan numerosos arroyos con caudales permanentes, pudiera proporcionársele energía a un sinnúmero de familias que nunca han disfrutado de las ventajas de la energía eléctrica.
En próximos artículos demostraremos que sobre el problema eléctrico hay soluciones a mediano plazo.
Santo Domingo, R.D., martes, 17 de julio de 2012.
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