domingo, 15 de julio de 2012

Odio en la vesícula



A RAJATABLA
ORION MEJIA
(orion_mejia@hotmail.com)

La filología y la novelística tienen más lugares  de encuentros que de fricción, pues  ambas hurgan en los textos escritos y en la cultura de los pueblos, aunque  una disciplina se basa en realidades y la otra tiene a la ficción como su herramienta. Es por eso que los mortales que son  al mismo tiempo filólogos y novelistas a veces confunden lo real con lo ficticio, un camino que puede conducir a la locura.

Lo peor que le puede suceder a un filólogo y novelista es centrar fijación enfermiza en un personaje de carne y hueso o imaginario.

Es el caso de un personaje  del altísimos meritos  académicos y literarios que al parecer padece de un acendrado  síndrome de fijación y odio hacia la persona del presidente Leonel Fernández, contra quien dirige las más afrentosas disquisiciones, igual que muchos novelistas que terminan por odiar al personaje más relevante de su historia, porque creen que  ha superado a su creador.

Los  artículos que  ese filólogo y novelista escribe  en la prensa  denostando la persona y la figura del presidente Fernández son dignos de estudio por parte de otros lingüistas o quizás también de algún investigador de la conducta humana.

Sin aceptar jamás que el doctor Fernández ha sido electo tres veces Presidente y que durante  sus gobiernos se ha  fortalecido  el espacio democrático y la economía ha crecido en promedio más de un siete por  ciento del PIB, nuestro personaje insiste en emborracharse de acíbar e intentar comparar a Leonel y a su gestión con lo peor que le ha podido ocurrir a la República.

Llega al extremo de usar contra el Presidente expresiones vulgares e impropias de un académico de su altísimo nivel,  embriagado  con licor de frustración política, aunque su  experiencia en  el Estado se limitó a  auscultar anaqueles de una vieja biblioteca hoy modernizada por el  mandatario que  él quiso encerrar en  el cuerpo de uno de los  personajes de Paquito Escribano.

Aquí no hay presos ni perseguidos  de conciencia; se disfruta de  la mayor libertad de prensa, de expresión, y del derecho a ser bien informado, por lo que no veo razón para que  alguien  almacene tanto odio en su vesícula contra un líder político que, independiente a la voluntad de su perseguidor, se erige hoy como uno de los lideres de gran influencia política en  el continente.

Posiblemente por el choque frontal del filólogo y  el novelista, se produce  en la mente de ese intelectual  la metamorfosis mental que  lo convierte en un  verdugo de la dignidad ajena que en su afán por  acribillar moralmente  al presidente Fernández llega al extremo de  tirar todo su talento  artístico y académico  al vertedero de Duquesa.

Santo Domingo, R.D., domingo, 15 de julio de 2012.

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