miércoles, 15 de agosto de 2012

Los homenajes a Fernández y el caso Frank Moya


ORLANDO DICE 

ORLANDO GIL

LOS NÚMEROS.- Escribía en estos días que esos homenajes y reconocimientos al presidente Leonel Fernández no eran necesarios, que los números que registraban las encuestas lo colocaban en un buen lugar, tanto en su desempeño de gobierno como en simpatía personal. Y no solo en las propias, también en las extrañas. Mencioné, para dar una idea, los nichos que parecían inalcanzables de Inácio Lula da Silva en Brasil y de Michele Bachelet en Chile, y –de paso– haciendo comparación con los porcentajes oprobiosos de Alejandro Toledo en Perú. Asisa acaba de otorgar, recién el lunes, un 70% de aprobación a la administración Fernández, confirmando, y tal vez exagerando, lo que había adelantado por esta columna. El 70 por ciento es para el estribo, como si se tratara del último trago, aunque para que se entretenga en el camino de aquí al 2016 le dio un 53%, como si la memoria de los pueblos cabalgara tan lejos. No puede volverse con el choteo a Asisa, pues ya ocurrió durante la pasada campaña y la empresa se salió con la suya: Ganó Danilo Medina y no Hipólito Mejìa… 


EL AUSENTE.- Los homenajes siempre tienen más de un propósito: El reconocimiento, el agrado, pero igual el mensaje a terceros. El reciente otorgamiento de medallas de condecoración, no olímpicas, a un grupo de historiadores da para tomar y dejar. Por ejemplo, Frank Moya Pons aparece en el decreto original, pero no figuró en la foto de familia. ¿Se excusó, no aceptó o hubo un cambio de opinión y decidieron dejarlo fuera? Sabrá Dios, cantaba Lucho Gatica. No debe olvidarse el affaire alrededor de la obra La Democracia Revolucionaria de René Fortunato, cuyo prólogo escribió Moya Pons, a pesar de que la publicación fue patrocinada por el Senado de la República y cuya presidencia ocupaba entonces como ahora Reinaldo Pared, el secretario general del PLD. El Bosch de Moya Pons no fue del agrado de los peledeístas, que lo honran como un hombre todo luz y ninguna sombra. Es decir, que entre los peledeístas y Moya Pons hay cuentas pendientes y era cuesta arriba que un gobierno del partido morado lo distinguiera… 


ALGO MALO.- Leonel Fernández, después de tres mandatos, y haberse codeado con la flor y nata de la política mundial, no puede ser el muchacho manso que aparece en la portada de uno de sus últimos libros, el que recoge sus primeros artículos de periódicos. Tampoco se siente el Perínclito de Villa Juana con que lo fastidia Altagracia Salazar cada mañana. Con tantos vuelos y tratos de lujo, algo malo tenía que pegársele. Oye, ni que fuera Howard Hughes, que vivió sus años finales en aislamiento total. O Michael Jackson, que usaba máscara para no contaminarse. La verdad es que a Leonel Fernández le agradan los homenajes, y no lo disimula. Aunque haya que convenir en que la culpa no es suya. Es de los otros. El del Comité Político del pasado lunes, por ejemplo, fue una iniciativa de Franklin Almeyda. Y con Almeyda hay que jugar con cuidado. No es un simple compañero de partido, ni un canchanchán más. Quien lo oye hablar ahora, o lee lo que escribe y publica, se da cuenta de que busca trascendencia. De que se plantea como historiador y se impone como ideólogo… 

EL IDEÓLOGO.- ¿Cuántos perredeístas se habrán leído El PLD y las Fuerzas Social es –Testimonio sobre su Origen y Desarrollo de Franklyn Almeyda? De seguro que pocos. Y no solo porque crean que los libros muerden, sino porque no se dan cuenta de que el PLD todavía es un proyecto, que poco a poco los peledeístas van haciendo de su práctica política y gestión de gobierno una costumbre, pero que el propósito es convertirlas en ley permanente. Ese Almeyda que propuso el reconocimiento al presidente Fernández es el mismo del Padroncillo, el más efectivo mecanismo para asegurar el voto el día de las elecciones. Después que el PLD cuenta con el Padroncillo corre a la manera de Félix Sánchez, reservando sus mejores fuerzas para el último trecho. Cinco votaciones no pueden equivocarse. El homenaje del lunes no puede tomarse a la ligera, como si fuera cosa de ahuizote, de Robin preocupado por la soledad de Batman. Nada más hubo que oír al presidente Fernández planteándose un PLD gobernando veinte años más después del 2016. Ya ni se ocultan las intenciones… 

Santo Domingo, R.D., miercoles, 15 de agosto de 2012.

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