sábado, 11 de agosto de 2012

Pro día del olimpismo dominicano


Jorge E. Herrera De León

Si la República Dominicana no fuera la caricatura de país que es hoy, el 6 de agosto de cada año por venir, se celebrara por lo alto “El día del olimpismo dominicano” en reconocimiento a la homérica acción de los compatriotas Félix Sánchez y Luguelín Santos. Esa tarde decretada por el tiempo inexorable del meridiano de Greenwich, debe ser recordada por siempre. 

Las sendas hazañas logradas por Félix y Luguelín en las categorías de 400 metros con vallas y 400 metros planos para alcanzar preseas de oro y plata, respectivamente, es un legado de importancia inspirativa inconmensurable; por cuanto es un ineludible deber nuestro que las generaciones venideras conozcan el valor de ser competitivos de corazón.

El dominicano Félix Sánchez, envuelto en la bandera nacional, corresponde a los aplausos de la fanaticada en las Olimpiadas Londres 2012, al recibir la medalla de Oro en la categoría 400 metros con vallas.

¡Hay que creer en algo! Así exclama mi madre Georgina, cuando la falta de fe hace de toda posibilidad un imposible, como en la situación actual, y, en cambio, el orgullo patrio con el amparo de la voluntad de Dios, realiza lo que fuera una ilusión aparentemente inalcanzable. Si el obstáculo era la edad quedó demostrado con creses que contra lo que tiene que ser, no hay alternativa.

Luego de sufrir Félix la traición moral de sus paisanos que, recomendándole el retiro, querían enterrarlo vivo, y Luguelín el poco apoyo económico del Gobierno que lo llevó a practicar descalzo y hambriento, razones sobraban para claudicar. Sin embargo, los velocistas, inspirados por un necesitado patriotismo, batallaron contra toda traba hasta lograr la grandiosa proeza.

Emocionado, Luguelín Santos exhibe la bandera dominicana al recibir la presea de plata, en la que se coloco segundo mejor corredor del mundo  en la categoría de los 400 metros planos.

Gracias a estos dos atletas, el 6 de agosto nos regocijamos sin importa doctrina ni credo. El festejo unificador me recordó a la novela “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, donde Vicente Blasco Ibáñez recrea la tensión vivida en víspera de la Primera Guerra Mundial y dice por medio de don Marcelo Desnoyer lo siguiente: 

“Para hacer comprender ideales políticos y religiosos son indispensables explicaciones y demostraciones: el sentimiento de la patria no necesita nada de eso. La patria… es la patria.”

Santo Domingo, R.D., sabado, 11 de agosto de 2012.


No hay comentarios:

Translate