LEANDRO GUZMÁN
Constantemente los medios de comunicación difunden propuestas de calificados técnicos y analistas que se refieren a los principales problemas del país, para que el nuevo gobierno del presidente Danilo Medina les otorgue prioridad.
Sin embargo, pocas veces hemos leído o escuchado que alguien se refiere a un problema vital que afecta a la ciudad del Gran Santo Domingo: el problema del agua, que se acrecienta cada día con nuevos asentamientos humanos en barriadas periféricas y por el propio crecimiento de la población.
Eso es en teoría, porque todos sabemos la enorme cantidad de agua que se pierde en las redes, calculándose que llega hasta un 40 por ciento, sin contar con el desperdicio.
Si Balaguer no hubiera dispuesto tomar seis metros cúbicos de agua del embalse de la presa de Valdesia para trasladarla a Santo Domingo, hace tiempo que nos habríamos muerto de la sed. Esas aguas estaban destinadas al riego de la provincia de Peravia (Baní).
La presa de Madrigal sobre el río Haina no pudo construirse por las rivalidades políticas entre el entonces presidente Salvador Jorge Blanco y el presidente del Senado, Jacobo Majluta, quien se opuso a la aprobación del financiamiento otorgado por el BID.
Han transcurrido más de 30 años de eso y ningún gobierno posterior se ha ocupado de pensar en el grave problema del agua en Santo Domingo, que amerita una solución definitivamente.
Hay muchas medidas transitorias para aliviar un poco la escasez de agua en los barrios, entre ellas la construcción de grandes cisternas populares como se hizo en la década de 1970 cuando en el país hubo una enorme sequía.
Cabría la posibilidad de estudiar la construcción de una pequeña presa aguas abajo de donde estaría Madrigal. Sugerimos estudiar esa posibilidad.
Santo Domingo, R.D., martes, 07 de agosto de 2012.
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