Oscar Medina
El Consejo Económico y Social acaba de fracasar en su
primera prueba de fuego. Era previsible en un organismo que nació torcido, con
fallas de origen, con una composición esperpéntica de mansos y cimarrones donde
no era posible lograr un consenso.
Su única misión era discutir, consensuar y consultar con los
diferentes sectores el proyecto de reforma fiscal propuesto por el gobierno. Se
sabía que la propuesta era controversial, polémica, conflictiva. Porque cuando
se trata de crear impuestos, todos los sectores sociales y económicos quedan
insatisfechos.
Es en ese contexto donde el 251 de la Constitución sitúa
el papel del CES, para que sirva de espacio a la expresión de esos intereses,
en especial de aquellos que no tienen otros medios para hacer escuchar su voz;
los que no tienen plataformas mediáticas para expresar sus puntos de vista y
que no están organizados o no forman parte de la comparsa de la sociedad civil
ni comparten necesariamente sus intereses políticos.
La misión del CES, en consecuencia, era estudiar la
propuesta desde todas las perspectivas y enriquecerla, teniendo en cuenta a la
población más vulnerable y a las capas medias.
¡Pero que va...! Lamentablemente monseñor Agripino Núñez
Collado careció del liderazgo necesario para conducir correctamente el proceso,
y fue absorbido por los intereses empresariales y políticos de presencia
mayoritaria en ese organismo constitucional.
Agripino Núñez Collado.
Se hizo evidente que el propósito de esos grupos es
utilizar la plataforma y la coyuntura del CES para manipular y chantajear
políticamente a las autoridades de turno, pretendiendo colocar al Presidente
Medina en una situación de enfrentamiento con la cabeza de la pasada gestión y
presidente y líder de su partido, Leonel Fernández.
De ahí el discurso de que “antes de abordar los ingresos,
debemos discutir el gasto y las razones del déficit del 2012”. Por eso también
pidieron las ejecuciones presupuestarias de los últimos 6 años de Leonel, y por
eso encargaron de su análisis al coordinador de Participación Ciudadana.
Y para colmo se
disparan con la absurda sugerencia de reducir en mas de 50 mil millones la
propuesta de gastos público para el próximo año, poniendo en evidencia que los
cálculos no fueron hechos por financistas o expertos en políticas públicas,
sino por abogados y políticos que continúan rumiando la derrota de mayo,
apoyados por una parte del sector empresarial gremializado, que también apostó
por la opción opositora en el pasado proceso electoral.
Lo hicieron precisamente por las mismas razones que hoy
les coloca en actitud hostil hacia el gobierno del Presidente Medina. Esos
empresarios entienden que es más fácil presionar y obtener grandes tajadas
negociando con un poder díscolo y con un partido fraccionado en intereses
personales y grupales, que con un sector que luce compactado, como se demostró
en la reunión del Comité Político del
pasado lunes y el apoyo que le brindó al Gobierno y a la reforma fiscal.
Danilo Medina Sanchez.
EL CES perdió el tiempo que debió utilizar para defender
a la clase media o a los envejecientes del gravamen a los intereses sobre los
ahorros a las personas físicas, para que el impuesto a la propiedad no lesione
a las personas para quienes esas propiedades no son suntuarias sino producto de
una herencia o que constituyen un medio de vida. O para establecer
diferenciaciones en el impuesto a la circulación de vehículos para que no
afecte a aquellas familias que con mucho esfuerzo pudieron adquirir un vehículo
utilitario, financiado, y que pudieran ver más que triplicado el costo de su
marbete, afectando sensiblemente el presupuesto familiar.
¡Pero No! En lugar de erigirse en defensor de los que no
tienen voz, el CES prefirió utilizar su tiempo “discutiendo el gasto”. O lo que
es lo mismo, buscando supuestos culpables para lo que ellos llaman “el hoyo
fiscal” o “el hoyo de Leonel”.
Una tontería más de esa comparsa, porque a fin de cuentas
el déficit del 2012 podrá tener sus matices políticos, electorales y hasta
personales, pero la causa medular es la baja carga fiscal que prevalece en el
país.
Y si no resolvemos ese problema, los gobiernos ---este y
los que vengan--- tendrán sólo dos opciones: O no hacen nada o buscan dinero
prestado y se manejan con presupuestos deficitarios.
Y esa es una situación insostenible en el tiempo.
Con el fracaso del Consejo Económico y Social se perdió
un mecanismo idóneo de interlocución entre el Estado y sus gobernados. Nació y
murió en manos de Agripino. Una lástima.
Ahora toca al Congreso conocer esta pieza. Y aunque las
directrices legislativas de las bancadas oficialistas fueron trazadas por el
Comité Político del PLD, los
congresistas, como representantes de la sociedad están en el deber de escuchar
a todos los sectores y asimilar sus inquietudes con el fin de mejorar la
propuesta del Gobierno.
Porque una cosa es
que haya que aumentar la carga fiscal y otra que la única vía sea la presentada
por el Ejecutivo.
Santo Domingo, R.D., lunes, 22 de octubre de 2012.
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