Por Raúl Yzaguirre
Embajador de los
EE.UU.
Como dijera una vez un líder hispano estadounidense, el
primer presidente latino de los Estados Unidos ya nació. El o ella bien podría
estar hoy cursando la secundaria o la universidad, o tal vez se está
desempeñando como político. Lo
importante es que a mí no me cabe la más mínima duda de que esa persona ya está
entre nosotros.
Es más, si las convenciones republicanas o demócratas de
2012 han de servir de guía, el día en que se elija un presidente latino puede
estar más cerca que lejano. Durante las
convenciones celebradas recientemente se destacaron estrellas nacientes de la
comunidad hispana. El senador Marco
Rubio, de la Florida, habló durante la Convención Republicana sobre la vida de
su abuelo en una zona rural de Cuba, y el difícil camino que tuvieron que
trillar sus padres como inmigrantes en los Estados Unidos. El Alcalde Julián Castro, de San Antonio,
Texas, pronunció el discurso principal de la Convención Demócrata. Habló con gran sentimiento sobre su abuela,
quien llegó a los Estados Unidos huérfana, y quien trabajó toda su vida como
criada, cocinera y niñera. Jamás se
hubiese imaginado, dijo Castro, que un día su nieto sería el alcalde de la
séptima ciudad más importante en tamaño de los Estados Unidos y que sería
elegido para pronunciar las palabras centrales de la Convención Nacional
Demócrata. Tanto los comentaristas como
los forjadores de opinión en los medios de comunicación, de todos los partidos
políticos, felicitaron a Rubio y a Castro por las palabras pronunciadas. Algunos hasta llegaron a sugerir que los dos
podrían encontrarse cara a cara en una futura contienda electoral para la
presidencia estadounidense.
Ha quedado claro que ya pasaron los días en que la
presidencia de los Estados Unidos era un club privado limitado a los hombres
blancos, anglosajones y protestantes.
John Fitzgerald Kennedy fue el primero que rompió la barrera. Aunque en la actualidad es difícil
imaginarlo, en el 1960 – cuando se lanzó para participar en la contienda
presidencial de ese año – muchos cuestionaron si la presidencia de la nación se
le podía confiar a un católico. Otras
barreras también se han derrumbado. En
el 1984, Walter Mondale, el candidato demócrata para la presidencia, eligió a
Geraldine Ferraro como su compañera de boleta, convirtiéndose en la primera
mujer en aparecer en la boleta presidencial de los principales partidos
políticos. En el año 2000, el compañero
de boleta de Al Gore fue Joseph Lieberman, judío, y el primer candidato no
cristiano que participó en unas elecciones nacionales. Y claro, en el 2008 Barack Obama se convirtió
en el primer afro-americano en ser elegido presidente.
Este año pasará a la historia, sin duda alguna, como uno
de los procesos electorales estadounidenses donde se presentan los más diversos
candidatos. Por ejemplo, el contrincante
de Barack Obama, elegido por el Partido Republicano, es el mormón
MittRomney. Y los dos candidatos
vicepresidenciales fueron criados como católicos. Para mí, lo que es realmente increíble no es
sólo la diversidad de los candidatos, sino la rapidez con que los
estadounidenses han aceptado la diversidad.
Así como los católicos, las mujeres, los judíos y los
afro-americanos y, ahora, los mormones, han hecho historia ubicando sus nombres
muy arriba en las boletas presidenciales, otros grupos también se están
preparando para participar en la política nacional de los Estados Unidos. Dos gobernadores republicanos tienen raíces
en el Sur de Asia. Políticos gays y
lesbianas desempeñan papeles principales en el Congreso de la nación. Y, con cada vez más frecuencia, los líderes
musulmanes están empezando a jugar un papel activo en las políticas de sus
comunidades y a nivel nacional.
Pero, la gran noticia se encuentra dentro de la comunidad
hispana, la cual representó el 15.5% de la población estadounidense en el
2010. Se proyecta que para el 2050 ese
número representará el 25% de la población.
La comunidad hispana en los Estados Unidos desde hace tiempo se le
conoce por su enfoque en la familia, apoyo en la comunidad, tradiciones
religiosas sólidas y con énfasis en la educación y en el trabajo duro para
poder obtener una mejor vida. Estos son
los valores, creo yo, que todas las comunidades en los Estados Unidos entienden
y abrazan.
Santo Domingo, R.D., lunes, 15 de octubre de 2012.
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