miércoles, 17 de octubre de 2012

El dueño del circo


JULIO CURY

Las más recientes declaraciones del ex presidente Fernández, marcando distancia del gigantesco déficit fiscal consolidado, no pudieron ser más penosas. Pareciera que desconoce el valor de la responsabilidad en el plano moral, aunque a muchos le asalta la duda de que esté reubicándose en la mirilla pública bajo el supuesto de que no se siente cómodo en el segundo plano al que ha sido relegado por Danilo Medina.

Dar de qué hablar puede ser su prioridad, pero debe saber que todos no somos tan tontos para pasar por alto que esta vez se despachó con un soberbio embuste. Ignoro si esta desafortunada intervención suya tenga relación con el rimero de títulos recibidos de manos de quienes ni siquiera lo conocen, pues no se descarta que le hayan insuflado el ego a tal punto que creerse que lo hizo bien. 

Y si de verdad se traga esa píldora, entonces no soy yo quien necesita tratarse del trauma conocido como disociación. Ojalá que las infraestructuras con aspiración a “Nueva York chiquito” no tengan que ver, pues de nada vale una nevera de acero inoxidable de última generación, comprada a sobreprecio, si su dueño carece de dinero para llenarla de embutidos, vegetales, leche y jugos.

Vincular la crisis bancaria del 2003 con esta debacle presupuestaria, es un vano esfuerzo por lavarse la culpa que remeda al inefable Pilatos en el evangelio de Mateo. Y que no me digan que en los últimos 8 años el ex mandatario viajó medio mundo para asegurar la paz del Medio Oriente y comprar planchas metálicas con que blindar nuestra economía. A decir verdad, salirnos de nuevo con que Hipólito y Ramoncito son los culpables, es el peor cuento infantil que jamás he escuchado. Un amigo me dijo que el señor Fernández necesita irse de retiro a Cabo Engaño, y yo pregunto por qué lo habrá dicho.

Santo Domingo, R.D., miércoles, 17 de octubre de 2012.

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