martes, 2 de octubre de 2012

Estamos despertando



Susi Pola 

susipola@gmail.com

Como sociedad civil, organizada o no, estamos despertando a una nueva práctica de participación, a partir de las demandas, apoyándonos en algunas legislaciones recientes y motivadoras. Al final, las leyes son políticas públicas por excelencia si sabemos reivindicarlas, sin que sea tarea fácil, para una comunidad nacional que está bastante sola, sin muchos chapulines justicieros que la acompañen. 

En general, nuestra realidad política es de mala práctica, con poca oposición en términos de reclamos justos, reducida a la politiquería de partidos que se parecen demasiado y que solo pelean por “lo suyo” - en términos dominicanos, lo individual y primero- sin demostrar interés por aquel “bien común” enunciado antiguamente como el propósito primero de una nación.

Sin embargo, hay personas cabales en todas las instancias de los poderes democráticos del país y nos toca ensalzar de vez en cuando, a funcionarias y funcionarios que sobreviven entre el desorden, manteniendo su adhesión a los valores de la pobre y vapuleada democracia vernácula.

Esas voluntades, que tampoco hay que premiar porque ese es su trabajo, junto a la de la sociedad y sus organizaciones, puede hacer la diferencia, como en el caso del funcionario obligado a devolver su empeño por un retiro multimillonario, la revelación de alimentos poco más que envenenados y su consiguiente bloqueo, la intención difundida de no otorgar privilegios a presos de confianza, el compromiso de reabrir casos de corrupción que implica a funcionarios y funcionarias, la adhesión al pueblo de algunas/as congresistas, entre otras.

El ejercicio de ciudadanía completa, comprende el derecho a reclamar, manteniendo demandas por una sociedad política mejor que la caricatura que se nos ofrece: en la medida que perseveremos, las personas que dicen gobernarnos, cambiarán y recordarán que el pueblo es el objeto de su función, no ellas y sus organizaciones.

Quienes nos acompañan de verdad desde el poder no pueden seguir en la ceguera: aquí hay que transparentar todo, desde los poderes del Estado, a los fácticos como las iglesias, especialmente la Católica, que tanto dinero cuestan a esta nación, excesos que nosotros, pueblo doliente, pagamos a través de los impuestos que directa o indirectamente se nos cargan.

Esta sociedad, demasiado gráfica para enseñarles a los y las menores a delinquir y luego castigarles, tiene que despertar del letargo cuasi medieval en que se mantiene y empezar a discriminar figuras y liderazgos fabricados sobre el barro, para sostener las demandas del funcionariado limpio y rechazar el impostor con resistencia.

En estos momentos, la mira del pueblo está sobre el Estado administrado y sus acciones. ¡Contabilicemos!

Santo Domingo, R.D., martes, 02 de octubre de 2012.

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