Chiqui Vicioso
Hay situaciones que no pueden explicarse humanamente, por
ejemplo el hecho de que se tome cinco minutos cruzar el Masacre a pie, hacia
Oanamint y una hora poder cruzar por el puente. Mi atención se centró en el
cuello de un hombre joven, donde una vena parecía que iba a estallar. Iba
empujando una carreta milenaria, hecha de tablas viejas, con una carga tan
grande que ni los indígenas de Bolivia, que tienen el beneficio de la coca,
podrían manejar.
La mirada oscilaba entre ese cuello y el peso extremo que llevaban
las mujeres en la cabeza, los hombres con carretillas, los niños y niñas. Eran
el hombre, y la mujer, reducidos a su condición de bestias de carga.
El padre Regino iba tratando de abrirnos camino, en su
destartalada motocicleta forrada con una pelliza. Es el Quijote de la frontera,
a quienes todos respetan de ambos lados, el adalid de la causa de los más
pobres de los pobres. Cuando llegué, me dijo, lo primero que me llamó la
atención fue la condición de bestias de estos seres humanos.
Un camión que venía de Haití había obstruido el tráfico y había
que recular para que pasara de nuestro lado y uno cargado de plátanos pudiera
avanzar. Mientras eso sucedía, por debajo, la gente cruzaba el río libremente,
y al lado otro puente permanecía cerrado.
“Por aquí no pasan muchos burócratas con yipetas de lujo, por
eso cerraron el otro puente y han dejado apenas este callejón abierto, donde
los seres humanos compiten con los animales, vehículos y carretas para poder
pasar”.
¡Qué solemne falta de humanidad! ¿Por qué no puede abrirse el
otro puente para que sea peatonal, y dejar el único que esta abierto para los
camiones? Con tantas obras de Obras Publicas, y dada la importancia del mercado
de Dajabón para toda la región Sur, por que no se puede organizar de manera
decente y racional el paso al otro lado. ¿Qué impide que haya tres puentes? Uno
para la gente, otro para las carretas del medioevo y otro para los camiones y
vehículos?
“Les sugerí un puente de barcaza para las carretas, pero no me
escucharon”, dice el padre Regino. La pregunta es, ¿a quién le conviene este
desorden? Ciertamente a los traficantes de drogas, niños y niñas y sobretodo a
los abusadores de los infelices transeúntes. Una niña nos contó, en el
encuentro con la juventud de Dajabón, como impotente contempló a un soldado del
CESFRONT despojar a una embarazada de las chancletas que traía para revender.
¿Que se puede proponer? Ciertamente un CESFRONT FEMENINO y
concientizado. De ello hablaremos en el próximo artículo.
Santo
Domingo, R.D., sábado, 13 de octubre de 2012.
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