sábado, 20 de octubre de 2012

Mi reflexión


Andrés –Licho- Matos 
andreslichomatos@gmail.com 

He tratado de ser como soy.


Siempre voy a defender lo que pienso, en el escenario que sea, frente a quien sea, hasta con la vida si fuere necesario.
Escogí la carrera política porque la consideré la vía más efectiva para contribuir con la eliminación de los anacronismos de la sociedad dominicana.
Por eso abracé las prácticas y el pensamiento de ese incomparable líder, el doctor José Francisco Peña Gómez. De él y de la crianza de mi familia, especialmente mi madre, Isabel Luisa Matos Martínez y de mi abuelo, Juan Bautista Matos Solano, Pay, (como le llamamos sus descendientes o Juan Venancio, como le llamaban en Ocoa, que en paz descanse), aprendí los niveles éticos y morales con los cuales he desarrollado mis acciones en la política y en la vida.
Permítanme contarles algunas anécdotas de ellos hacia mí.
De Peña Gómez: 1) Cuando gané la Regiduría o Concejalía, en la Convención del PRD en el 94, en la cabina de Radio Comercial, antes de iniciar su acostumbrada alocución por Tribuna Democrática, de la que yo formaba parte, me dijo “Mi hijo, usted ganó su Regiduría y va a ser un gran Regidor”.
Luego, en su casa, le pregunté ¿Líder, como ser un buen Regidor?, me respondió “nunca abandone la gente que vota por usted”.
Juan Bosch y el joven José Francisco Pena Gómez.
2) Cuando gané, siendo el más votado, la candidatura a Diputado de la Región Central, hoy circunscripciones dos y tres del D.N., después de las 10:00 de la noche de un día, me presenté a su oficina en la Casa Nacional, en la avenida Bolívar y le ofrecí esa candidatura para que él “resolviera”, en parte, un cúmulo de aspiraciones de algunos de los altos dirigentes del partido, a lo que me contestó, “ no mi hijo, si te quito esa candidatura, se la estoy quitando a los pobres que tu representas y que me han apoyado siempre”, de este episodio fueron testigos dos importantes dirigentes que le acompañaban, Hipólito Mejía y Winston Arnaud.
No estoy obligado a dejarme dirigir de políticos inescrupulosos, sin ética ni moral, cuyo objetivo principal en la política es usarla como vía para el enriquecimiento personal, sin pensar en el necesario y obligatorio deber de defender los intereses de la mayoría desvalida del pueblo, cuya defensa, a veces la elevan como una demagogia barata y de poca consistencia.
Tengo moral para decir esto. Durante más de 30 años he desarrollado mis actividades con esos criterios y no pienso claudicarlos después de esta edad. He ocupado distintos cargos públicos, incluyendo de Legislador Nacional y Municipal, Diputado y Regidor, en los cuales, la sociedad ha podido aquilatar mis improntas y comportamientos de “cara al sol”.
Cada quien es dueño de sus actos y deberá asumir las consecuencias. “no hagas nada de lo que tengas que arrepentirte”, me dijo mi abuelo Pay, ya citado en esta reflexión.
Santo Domingo, R.D., sábado, 20 de octubre de 2012.

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