Héctor Pérez Tovar
Siente el placer de ver la sangre brotar a borbotones por las heridas provocadas. La sangre la lleva al paroxismo. Se regodea en el dolor que provoca su cuchillo ensangrentado cuando penetra repetidamente las carnes de su víctima.
Luego, limpiando sus manos ensangrentadas en su vientre joven hace el amor con su cómplice en medio a la sangre, el botín y las drogas. Con 14 años, su cuchillo tiene tantas marcas en su empuñadura como cicatrices su alma adolescente.
Jugaba con cuchillos, las muñecas las usaba como víctimas, a su hermano no lo arañó o golpeó con el puño en una discusión familiar….lo apuñaló tres veces con su cuchillo, dejando al descubierto su violencia genética o aprendida en los avatares de su miseria ancestral.
Sus amigos no son los compañeros de aula y de juegos infantiles, son los miembros de la banda que asalta y mata taxistas con más saña que los peores asesinos en serie.
Las hienas se alimentan de presas vivas
Ya a los 14 y 15 años tienen el alma podrida y el cerebro fundido… ¿Son irresponsables o se escudan en su adolescencia para burlar la sociedad y las leyes?
Desgraciadamente, son los adultos de mañana.
¿Quién es el culpable, la sociedad y los gobiernos que no resguardaron su niñez, dándole educación, salud, comida y techo, dándole ejemplos dignos, seguridad social, justicia y equidad? ¿Son culpables los padres? ¿Es culpable este sistema maleado, amoral e injusto? O es culpable la miseria?
Quizás y sin quizás todos y cada uno de los dominicano adulto debiera cantar aquella vieja canción que en su estribillo dice….”culpable soy yo”. Porque, en verdad, de alguna manera, todos somos culpables.
Santo Domingo, R.D., sábado, 17 de abril de 2010
(Ptovar2002@yahoo.es)
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/4/17/45727/Adolescencia-sangrienta
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