Juan José Ayuso
Su palabra tiene de tea y de cuchillo. Incendia y corta. Nunca lo tomó como cuestión de juventud y nunca trató de “corregirse”. Por eso ha sido dominicano y escritor de un solo pensamiento y de una sola voz.
Aquí está “Haitianos y cocolos en la literatura dominicana”, 275 páginas, Publicaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, volumen MCDL, Colección Literatura y Sociedad No. 87, Editora Universitaria, agosto de 2009.
Este trabajo de Lockward Artiles tiene de antología de otros, y suya, en columnas “Arena y mar”, del desaparecido diario “El Siglo”, y de conferencias en diferentes escenarios.
Los otros son Jacques Viau, Juan Sánchez Lamouth, Norberto James, su tío Jaime Lockward y Mateo Morrison, con poemas y ensayos todos los cuales reivindican la raíz africana en la cultura dominicana, venga directo, de ancestro haitiano o del de las islas anglófonas y francófonas.
Sánchez Lamouth murió de discrimen y desprecio raciales cuando tenía pocos sobre los cuarenta años. El poeta y crítico Ramón Francisco y el mismo Lockward Artiles se ocuparon siempre de que la tierra pesada del olvido no cubriera la memoria del poeta de Los Mina, negro para honra suya y vergüenza de la “élite” de “intelectuales” alienados por querer ser blancos.
James decidió irse a Boston, hace muchos años, donde alcanzó el doctorado en literatura y ejerce el magisterio en una de las universidades locales. Antes de partir dejó entre muchos otros su poema “Los inmigrantes”, el canto de la pobreza y de la riqueza de los cultos cocolos y sus descendientes. Pero allá o donde esté sigue amarrado al cordón umbilical del “domplín”.
Tea y cuchillo, como los de los esclavos de la parte occidental de la isla en su lucha contra el amo francés, las palabras de Lockward Artiles llenan el valor de la antología que logra su libro, también con “Arena y mar” siempre del tema de la reivindicación de lo africano, lo mismo que con sus conferencias ofrecidas aquí y en el extranjero, siempre que “el consulado” le otorgara el visado.
De sus poemas, referencias como al pasar. Que la educación ancestral del escritor no le permitiría ocuparse de sí mismo.
(No es bueno el cuidado de la edición de “Haitianos y cocolos...” que no es falla del autor sino a la Editora Universitaria. ¿Resulta tan difícil que aparezca un buen corrector de pruebas?).
Comoquiera, el libro está ahí, material de consulta para los dominicanos que se preocupan por identificar y establecer a la cultura africana como factor sentido y evidente de la dominicana.
Santo Domingo, R.D., martes, 13 de abril de 2010
http://elnacional.com.do/opiniones/2010/4/13/45317/AL-DIA
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