domingo, 18 de abril de 2010

CONTACTO: Hace cuarenta y cinco años





Mateo Morrison


Hace cuarenta y cinco años la ciudad se incendió en nuestras manos. Era la segunda ocasión que recibíamos durante el Siglo XX, una intervención militar norteamericana y lo que comenzó siendo un movimiento cívico militar para reponer el gobierno constitucional del prof. Juan Bosch, derrocado antes de cumplir siete meses, se transformó en una guerra patria, siguiendo la tradición de heroísmo que se había desarrollado en 1844 con la separación de Haití, considerada nuestra primera independencia política real y la Restauración, movimiento de profunda base popular contra la corona española.
Abril del 65 se nos presentaba como la posibilidad de demostrar que los dominicanos nos oponemos a cualquier dominación extranjera, no importa de qué continente provenga.

La reafirmación de nuestra identidad cultural ha tenido que ser sostenida no sólo con la creatividad de nuestro pueblo, sino también con una violencia que surge de la necesaria respuesta de los intervenidos, de los afectados en su esencia patriótica, como sucedió hace cuarenta y cinco años.
Nuestras jornadas por la libertad, la democracia y la soberanía han encontrado aliados en diversas partes del mundo, quienes se han olvidado de las fronteras y han unido sus brazos a los nuestros y muchas veces entregado sus vidas, como el poeta haitiano Jacques Viau.

Recuerdo a Jacques, mi profesor de estudios secundarios.

Maestro en el quehacer literario y en la dignidad a pesar de sus 23 años, cuando cayó mortalmente herido en el comando B-3, no con poses ni actitudes de intelectual -que lo era en demasía- sino como un soldado más que el 15 y 16 llenó de heroísmo todo el escenario de la ciudad.

Jacques Viau escribió: Las madres sintieron el temor de los hijos:/ la diestra armada esgrimió su estandarte. / Unánime, el corazón del mundo se levantaba./ Unánime, el llanto golpeaba las gargantas/ y las palabras se quebraban como gaviotas perdidas.

Debemos hacer que se cumplan nuestras leyes, actuar con soberanía en asuntos migratorios, pero nunca olvidar a los que dieron todo por nuestra libertad y nuestra independencia, y que de seguro desde sus tumbas también nos piden solidaridad con los desheredados de su patria. Porque la solidaridad no es una palabra, sino una actuación consecuente en el lugar y en el momento oportuno.

Santo Domingo, R.D., domingo, 18 de abril de 2010

http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=138810

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