jueves, 15 de abril de 2010

Grano a grano se llena la gallina el buche




Bonaparte Gautreaux Piñeyro


La cajera del supermercado me devolvió menos de lo que debía porque no había moneda fraccionaria. Armé un berrinche y me quisieron callar dándome más dinero del que correspondía, lo cual tampoco acepté. En esa ocasión acepté que me entregaran el vuelto en productos: algunos caramelos que costaban lo que me restaba.

Cuando el comercio creó el precio de 99 centavos, 2 con 75 centavos etc., el valor de la moneda era más o menos estable y se contaba con dinero fraccionario, centésimos, para devolver.

Cuando la moneda fue objeto de experimentos químicos que convirtieron dinero bueno en excremento (de tan poca utilidad que ni siquiera sirve para abono) persiste la costumbre de colocar precios con enteros y centésimos.
Es como si quisieran mantener una ilusión en el consumidor, pero persiste la mala maña en supermercados, colmados, ferreterías, farmacias, en fin, el comerciante, se queda con el vuelto porque “no hay menudo” es el argumento.

Un país como el nuestro donde se somete a estudio y a discusión hasta el tiempo del parpadeo de una mariposa, a nadie se le ha ocurrido (que yo sepa) cuantificar los millones de euros que representan para el comercio esas ganancias indebidas.

Hay otro buen negocio, una buena fuente de ingresos para las compañías de teléfonos, para las empresas de televisión por cable, para los bancos (tarjetas de créditos, préstamos) para las empresas distribuidoras de electricidad, en fin, para una serie de empresas industriales o comerciales que cargan a sus recibos de cobro un porcentaje por el pago retrasado de las facturas mensuales.

No sé si es legal que todo el que tiene un negocio multe a sus clientes con un porcentaje de dinero por pago tardío.

Lo que sí sé es que los recibos, los avisos de vencimiento de las obligaciones de los clientes llegan a manos de los interesados días después de la fecha de pago o de corte del servicio.

Con el uso de las computadoras los negociantes programan sus equipos de modo que al otro día del vencimiento de la obligación de pago cargan al cliente el porcentaje que ellos han dispuesto.

Si acaso el cliente ha esperado el aviso para pagar y el documento no llegó a tiempo, de nada vale reclamar, el sistema registró la mora al otro día de su vencimiento.

No he escuchado, leído, o visto, que ninguna de esas empresas tan bien organizadas, especialmente las de servicio, abone alguna suma a los clientes cuando falla la energía eléctrica, el teléfono, el servicio de cable.

Eso no. Porque eso no está en el contrato, ni siquiera en las letras chiquitas.

Esos pequeños abusos nos cuentan cientos de millones.


Santo Domingo, R.D., jueves, 15 de abril del 2010

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