viernes, 16 de abril de 2010

La unidad del PRD




Eduardo Álvarez


Quienes estimulan la división en el PRD, favorecen a los candidatos del PLD. Fortalecen las inocultables pretensiones reeleccionistas de Leonel Fernández. Por tanto, traicionan sus principios, la memoria de Peña Gómez y los símbolos del partido.

Unos, por un celo excesivo y otros acosados por sentimientos personales completamente ajenos a los del PRD y de la nación, que necesitan más que nunca del concurso de buenos dominicanos. Si la división es el peor de los anatemas, la unidad representa la fuerza suprema. “Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie” [Mateo 12:25].

Con el permiso de don Hugo Tolentino Dipp, hago mía esta frase, contenida en un artículo a propósito del tema: “Todos los perredeístas debemos reflexionar en este sentido. Por encima de corrientes y tendencias, mayoritarias o no, está el interés de los militantes y simpatizantes del Partido Revolucionario Dominicano, interés que no es otro sino el de la unidad, para poder quitarnos de encima tanta corrupción, tanto narcotráfico, tanta promesa falsa, tanta mentira, tanta insolencia y pedantería, tanta pérdida de los valores morales, tanta inseguridad, tanta complicidad de las instituciones y los funcionarios con el crimen y la violación de los derechos humanos”.

Vale recordar que el distanciamiento entre Jacobo Majluta y Salvador Jorge Blanco sólo aportó beneficios a Balaguer y al Partido Reformista. Que, a su vez, los rencores entre Balaguer y Jacinto Peynado sacaron a los reformistas del poder para toda la vida. Pero resulta extraño que, siendo Bosch como era, intransigente y algo irracional, haya enseñado a sus discípulos a guardar las formas en medio de las tempestades. Fingir unidad aun estando despedazados, han ocurrido varias veces. Si Danilo Medina no hubiese asimilado este mandato, el PLD estaría ahora fuera del poder.

“Nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino”. En ninguna activad de la vida esta frase de José Martí tiene tanto valor y vigencia como en la política. También es de Martí es la idea de que “las cosas de la patria hay que aceptarlas como vengan, con dedicación y sacrificio, sin quejas”.

Siendo así, para qué malgastar en tiempo en disputas inútiles? ¿En qué beneficia a Hipólito Mejía, a Guido Gómez, a Luis Abinader, a Neney Cabrera, que el PRD saque menos senadores, diputados y síndicos en estas elecciones?

El llamado a la unidad formulado oportunamente por Tolentino Dipp es más que atendible. Está en juego el fututo del PRD y de la nación. Deponer ahora intereses y malquerencias será el más grande homenaje que todos los perredeístas puedan rendirle a Peña Gómez y a todos esos hombres y mujeres que lucharon para hacer del partido blanco el mayor símbolo de libertad y respeto a la soberanía.

Santo Domingo, R.D., viernes, 16 de abril de 2010.

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