martes, 7 de septiembre de 2010

Pobre PRD





Pedro P. Yermenos Forastieri

En medio de una mañana calcinante de esta canícula infernal y de un tráfico revelador de nuestras miserias, el dial del carro de mi automóvil se desplazaba en búsqueda de algo que contribuyera a mitigar esas calamidades cotidianas.

Erré el tiro por completo. El estrés, en vez de apaciguarse, no hizo más que alcanzar cotas peligrosas. No logro distinguir si por una comprensible morbosidad o por el olor a tragedia que emanaba del aparato, pulsé en aquella algarabía alucinante, donde dos voces estruendosas competían a cuál hablara más ruidosa y a cuál pronunciara el epíteto más denigrante, ofensivo y humillante.

Juro que esperaba escuchar el disparo en cualquier momento y no concebía cómo el afán por captar una audiencia a través de un escándalo tan nauseabundo, hacía que los conductores del espacio mantuvieran en el aire aquel espectáculo lastimoso.

Empecé a escuchar la diatriba desde otra perspectiva, e hice conciencia de que las cosas no pasarían de ahí, desde que me percaté que se trataba de dos perredeístas, quienes una vez más, eran los protagonistas de una de sus luchas fratricidas memorables. Porque así son, sumisos, dóciles, genuflexos y hasta cómplices con sus adversarios, pero ríspidos, crueles e implacables entre ellos.

Los ejemplos abundan para confirmar que se trata de un mal histórico de los dirigentes y militantes de esa organización, el que le ha producido mucho daño, tanto a ella, como al país. Esa incapacidad de manifestarse hacia el exterior de forma institucionalizada, le impide ejercer una oposición mínimamente efectiva, aun en las más propicias circunstancias para hacerlo.

La tragedia es peor cuando asumen espacios de poder, porque esas maneras estrambóticas de relacionarse entre sí, las trasladan a las dependencias bajo su dirección y convierten aquellas en una especie de coliseo gallístico, pero sin la legendaria responsabilidad de los que depositan su suerte en las patas armadas de esos desdichados animales.

Eso explica que pese al desgaste del gobierno, no es hacia el PRD que se canaliza el espaldarazo de los descontentos. Ahí radican las causas de la pérdida de respaldo de una parte importante de la base de sustentación histórica de ese partido y eso ofrece la respuesta sobre el porqué no concita las simpatías de un segmento decisivo de la población que repudia y se abruma ante esas bárbaras formas de dirimir diferencias.

Esa característica fatal es el recurso estratégico de continuidad de su rival principal. Continuará.

Santo Domingo, R.D., martes, 07 de septiembre de 2010

(yermenosanchez@codetel.net.do)
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/9/7/59724/Pobre-PRD

http://www.presenciadigitalrd.blogspot.com/

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