martes, 28 de septiembre de 2010

¿Reducir la pobreza bajo la corrupción del milenio?




Pancarta //
Raúl Pérez Peña (Bacho)

En este país hay consenso en que los gobiernos del PRSC y del PRD fueron absolutamente corruptos, dejando un lastre para escribir tomos sobre teoría y la práctica de la corrupción y la impunidad.

No obstante lo anterior, existe el masivo convencimiento de que los “impolutos” morados han roto todas las marcas de la corrupción, existiendo funcionarios que han superado sus propias cifras y los récords precedentes para su propio ministerio o dependencia.

Esa convicción ciudadana sale a flote con frecuencia en las propias encuestas de las más diversas firmas locales e internacionales de sondeos e investigaciones.

Si hay dudas, sin salir del presente mes de septiembre basta hojear la colección de los periódicos, los trabajos de periodismo de investigación o múltiples reportajes televisivos para recrear la gravedad de la corrupción en un rosario de manifestaciones.

Entonces, no hay razón para sorpresas por el fracaso del gobierno respecto a las metas de reducción de la pobreza.

Un alto número de sectores y representantes ha criticado acremente que, sumado a los niveles de corrupción y a los sucesivos escándalos, la población testimonia multimillonarias inversiones no prioritarias que se convierten en fuentes de enriquecimiento para una reducida red de funcionarios y suplidores con frecuencias improvisados al vapor.

Son ilusos quienes piensan que el gobierno actúa “fuera de foco” en materia de estrategias sobre el desarrollo.

Es ingenuidad o ironía suponer o decir que el padecimiento que provoca el incumplimiento gubernamental radica en la carencia de “una estrategia de desarrollo”.

Una de las cartas recurrentes de la cúpula oficialista es la burla y el cinismo para no admitir su fracaso.

Afortunadamente, ese comportamiento es harto conocido.

El problema es que aquí “no hay oposición” y que siglas como el PRD son cómplices, y comparte con el oficialismo las travesuras como la hemorragia de recursos que emanan las cámaras legislativas, donde no se sabe dónde está la línea fronteriza moral entre el blanco y el morado, y viceversa.

No todo está perdido. Es creciente la legión de la ciudadanía que capta, copia y monitorea las bellaquerías que se montan en nombre de la pobreza para acumular riquezas.

De ahí lo imposible de la pobreza bajo la corrupción del milenio.

Santo Domingo, R.D., martes, 28 de septiembre de


http://www.presenciadigitalrd.blogspot.com/

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