El Bulevar de la Vida //
Pablo McKinney
“Nunca creí que te vería remendando mis heridas con jirones de tu piel. De ti aprendió mi corazón”. El aprendiz. A. Sanz.
Durante décadas, el pueblo dominicano ha sido el aprendiz de los excesos éticos y administrativos de su partidocracia reinante.
El aprendizaje ha sido lento y prolongado pero se ha aprendido, y ahí están los resultados.
Hoy en el país se roban hasta patanas cargadas de azúcar, te asaltan para robarte un reloj caravelita, un celular Alcatel, y si te resistes, hasta te matan.
Somos ya una sociedad de pillos sin discriminación de raza, credo, partido, iglesia o ideología; y lo somos, porque hemos aprendido de los ejemplos de cada cuatro años con cada gobierno. Y la rueda, rueda y rueda.
Digamos que han sido años de intentos exitosos de democratizar la vagabundería. Yal fin lo hemos logrado.
Nuestra clase política ha convencido al pueblo dominicano de que todo se vale y se perdona menos la pobreza. Y en eso estamos.
Hoy, la honestidad personal más que un mérito es una limitante para casi todo, un defecto que sus hijos pueden echarle en cara cualquier día a la salida del colegio.
El aumento de la delincuencia de cuello blanco o de jeans raídos tiene su explicación en 49 años de robo democratizado y democratizante.
Cada gobierno de la democracia ha ido mejorando las malas artes del latrocinio, la prevaricación y el tráfico de influencias, a tal punto que ya un político corrupto no acepta millones de un empresario sino porque ya exige acciones del nuevo proyecto, y así de paso se engancha a empresario.
Según mis fuentes, existen sinceros celos de la plutocracia dominicana ante el demoledor avance de los “emprendedores políticos”, que entran en volandas a un gobierno y salen de empresarios. Y lo son. Además, les quitan novias a los señores, (gracias a su mano suelta de Cartier y Luisito Brutón, que es un francés medio raro que en Blue Mall vende unas carteras carísimas.
La descomposición ética y moral que padece el país no es asunto de Dios y sus castigos. Ha sido el aprendizaje reiterado, eficiente e impune, al que la partidocracia ha sometido a los votantes dominicanos... y estos han aprendido, como Alejandro en sus desamores, ay: “Me has enseñado tú. Tú has sido mi maestra para hacer sufrir, si alguna vez fui malo lo aprendí de ti. Maldita la maestra y maldito el aprendiz”.
(http://www.pablomckinney.com/)
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/10/11/63202/El-Bulevar-de-la-vida
http://www.presenciadigitalrd.blogspot.com/2010/10/11/el-pueblo-aprendiz/pablo-mckinney/el-bulevar-de-la-vida/articulo/
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