domingo, 17 de octubre de 2010

La dulce proeza chilena



Silvio Herasme Peña

El rescate de los 33 mineros atrapados en un túnel de las profundidades de la mina de oro y cobre, denominada San José, en Copiapó en Chile, subyugó a la audiencia televisiva mundial y también a los lectores de diarios y escuchas de la radio. Debe incluirse, además, a los usuarios de las llamadas “redes sociales”.

No recuerdo de inmediato un evento que haya atraído la expectación de la audiencia mundial como el caso de los mineros, ya que en principios se pensó que sería un doloroso episodio más en un país del tercer mundo, cuyos trabajadores carecen de las seguridades modernas.

Incluso hubo un momento en que parecía que las autoridades y los dueños de la mina lucían abatidos por la impotencia ante una situación tan grave.

Pero 33 personas no se podían dejar morir sin que se hiciera el mejor esfuerzo para rescatarlos.

Esa decisión estelar la correspondió al presidente Sebastián Piñera –cuya administración se inició este mismo año bajo los efectos de un arrasador terremoto- quien decidió mover “cielo y tierra” para localizar a los 33 y determinar si estaban en condiciones de volver a la superficie.

Diagrama cápsula Fénix 2, utilizada en el rescate de los mineros.

El momento estelar fue cuando se decidió hacer bajar una sonda hasta el punto en donde se creía que estaba la zona de seguridad para casos de derrumbe del yacimiento. Y el 22 de agosto fue ese gran momento.

Ese día la sonda llegó hasta donde estaban los mineros y éstos enviaron a la superficie una tosca nota con un brillante mensaje: “Estamos vivos y sanos los 33”.

De ahí en adelante la historia es reciente y todos de alguna manera la hemos escuchado o la seguimos por la cadena de CNN, empresa que en este caso se llevó todos los lauros.

Este rescate resultó ser el acontecimiento más visto en el mundo teniendo su origen en Latinoamérica. Se llegó a decir que mas de mil millones de personas vieron la epopeya por television y se solidarizaron con el enorme esfuerzo chileno.

Mineros rescatados de la mina San Jose, Chile.

Los 33, como ahora se les llama, salieron de 620 metros de profundidad sin un rasguño, e incluso algunos parecían salidos de un sauna: Bien acicalados y refrescantes. ¿Cómo se logró?.

Ese rescate inédito ha puesto a Chile de la mejor manera en el escenario mundial, porque esa sociedad se volcó a apoyar a las autoridades para que los “mineros fueran rescatados”. Y eso los consagra como una sociedad solidaria, que confía en sus autoridades y en su propio pueblo. Porque con cada golpe del martillo de la perforadora que taladraba la roca, vibraba la esperanza chilena por hacer realidad el milagro.

Latinoamérica vibró con Chile, lo acompañó en ese esfuerzo espiritual de solidaridad y, ahora, debe aprender de esa enorme capacidad de ayudar al que está en peligro y de su amor en favor de 33 ciudadanos atrapados en las entrañas de la tierra.

Sebastián Piñera, presidente de Chile.


Afortunadamente los conocimientos científicos de este tiempo permitieron el rescate. Perforadoras poderosas, informática, telemetría y otras tantas facilidades que contribuyeron alimentar a los mineros y darles facilidades y orientaciones médicas.

Este es un caso que se estudiará intensamente en los próximos años y constituirá un patron a seguir en el mundo cuando situaciones como esa se produzcan otra vez.

Porque el hombre, por peligroso que resulte, no dejará de pellizcar y extraer las riquezas que guarda en sus profundidades la madre tierra. Las buscarán dondequiera que estén como ocurre con las plataformas petroleras –sin importar lo peligrosa que resulten- y como extraen también los diamantes a kilometros de profundidad en Sudáfrica.

Es la naturaleza humana… Pero, por favor, tengamos cuidado de las personas.

Chile debe gozar ahora del reconocimiento de todos por su dulce proeza en favor de los 33 mineros. Y ante esa hazaña, solo resta quitarse el sombrero y reverenciar a ese pueblo querido de Neruda, de Allende y de Piñera.

Santo Domingo, R.D., domingo, 17 de octubre de 2010


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