Eduardo Álvarez
Afanada en permanecer en la presidencia de la Cámara de Cuentas, Licelot Marte, echa de menos la eficiencia de la Contraloría y la Procuraduría General de la República para emprender acciones contra 28 organismos cuyas auditorias revelan serios indicios sobre actos de corrupción.
La Cámara de Cuentas puede actuar en justicia. De manera que estamos ante un rasgar de vestidura que nos conmueve. La señora Marte pudo ser más diligente y oportuna.
Pero bueno, lo que nos debe llamar la atención no es este oportunismo tan poco elegante, sino cómo el Ministerio Público segrega y echa a un lado los casos que envuelven a políticos, sobre todo a funcionarios del Estado.
Lo cual contrasta con la espectacularidad y saña con que son conducidos otros casos, como por ejemplo el de Figueroa Agosto, Sobeyda Feliz y Mary Peláez. Es como toda suerte país estuviera en manos de esos muchachos. Circo y tomadura de pelo que nos tiene a todos hasta la coronilla, para no decir otra cosa.
Pero toda esa energía y eficacia se agotan al momento de examinar los expedientes remitidos por la Cámara de Cuentas, las compras sin concurso como las realizadas en el Ayuntamiento de Santiago y las licitaciones viciadas en la Oficina Nacional de Estadísticas [ONE]. Estamos ante una enojosa y selectiva efectividad judicial.
El mensaje enviado a las futuras generaciones es este: llega al gobierno de la forma que sea, pero llega, para robar, irrespetar las leyes, preferiblemente a diputado, patente de corso que te permite sacar de la cárcel y recuperar el dinero de presuntos delincuentes es lo más rentables. Ni qué decir de otras vagabunderías ya muy conocidas.
Santo Domingo, R.D., sábado, 16 de octubre de 2010
cenitcorp@gmail.com
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