Aquiles Julián
El país padece una aguda infección de trujillismo. Es su último estertor. Antes de dar su último hálito para condenarse para siempre como un tiempo y un modelo de tiranía abominables ambos, busca retornar en una misión imposible al poder. Como los dineros robados al país se acaban (la herencia de Angelita habrá que dividirla entre seis), la hija del tirano en senil arrebato quiere endosarnos al parásito del hijo.
Han iniciado una ofensiva que incluye un libelo calumnioso y de mal gusto, una “fundación” que es la mampara del proyecto de partido político con el que piensan terciar y convertirse en opción de poder, montarle un “museo” a Chapita como si no bastaran los museos de El 9 y La 40, importar los inútiles huesos carcomidos del dictador atrabiliario y libidinoso para crearle su panteón en que desplazará al Barón del Cementerio como encarnación del mal y de las malignas huestes del averno.
El engolado petimetre que revolotea enalteciendo al feroz abuelo, un criminal de tomo y lomo cuyo pedigree incluye violador, terrorista, chantajista, secuestrador, extorsionador, ladrón, asesino, capo di tutti capi, depredador, pedófilo y otras medallas con las que engalanar sus ridículos uniformes colmados de condecoraciones autoasignadas y otras pendejadas, incluyendo aquel bicornio emplumado de generalísimo de opereta, el nieto anda por ahí, acompañado de cuanta basura se le prosterna, en una presencia indecente e ilegal, pues es cómplice de crímenes como calumniar honras y ser parte de una asociación de malhechores que incurre en el delito de difamación e injuria y promover el trujillismo lo cual está penado por la Ley 5880. Su presencia en el país no sólo es una afrenta a la sociedad dominicana, también es una flagrante demostración de la impunidad del crimen y la falta de decoro, probidad y respeto por la Constitución y las leyes en que caen penosamente nuestras autoridades judiciales y gubernamentales.
El señor Luis José Ramfis Domínguez Trujillo, que pretende dar continuidad a la tiranía de su abuelo y montarnos una dinastía bastarda e inicua, es un delincuente de tomo y lomo. Lamentablemente, él y sus padres cuentan con la complicidad de funcionarios y dirigentes en los principales partidos políticos que interceden por mantenerles privilegios que se niegan a los ciudadanos que sí cumplen con la ley y la Constitución.
Este individuo, ciudadano norteamericano, se pasea orondo por las calles de un país al que su familia ensangrentó, pisoteó, robó y abusó en todas las formas y maneras posibles. Y los residuos nauseabundos de aquel régimen nefasto que nos hundió en el cenagal de crímenes, violaciones, tropelías y desmanes por 31 largos años, roto por la acción valiente y honrosa de los Héroes del 30 de Mayo, se le arrodillan de nuevo y cantan loas a lo que consideran la encarnación del Trujillo, el sucesor.
Fanfarrón, consciente de la impunidad que le favorece y la protección con que cuenta en enclaves de poder, el ramficito de segunda mano que se pavonea por nuestras calles y es agasajado por la hez de la sociedad dominicana, viejos torturadores y esbirros, antiguos calieses y asesinos, nostálgicos cortesanos y los subproductos de la putrefacción moral que se arrima a cualquier porquería porque se siente afín, es no sólo una pretendida opción política de reinstauración de la tiranía, a la vez es el postrer intento de recuperar la corona y devolver a Angelita I el reino del que la echaron de mala manera.
Aquí, en este libro digital, reúno una serie de artículos escritos para develar el siniestro plan del trujillismo en este instante postrero. Y lo acompaño de firmas tan prestigiosas como Mario Vargas Llosa o el periodista dominicano residente en New York Reginaldo Atanay. Por igual, incluyo algunas noticias relevantes aparecidas en los diarios nacionales y, como enriquecedor complemento, una selección de los comentarios hechos por lectores a varios de los artículos publicados en medios los han amplificado, entre ellos El Libre Pensador, España; Expreso Santo Domingo, de Santo Domingo Oriental; Al Momento.Net, dirigido por Saúl Pimentel; Diario Dominicano, dirigido por Héctor Tineo; Diario Digital RD, dirigido por José Tejada Gómez; OK Venezuela, Estado Miranda, Venezuela; Foro Pro Ley de Acoso, Uruguay; Orejano Vive, Uruguay; Atanay.Com, Estados Unidos; El Sol de Ohio, Estados Unidos, blogs y otros medios digitales a los que agradezco la amplificación.
He respetado la ortografía y vertido los juicios expuestos sin ningún tipo de discriminación, salvo la que podría derivarse de no reproducir groserías, insultos y calumnias por respeto al lector.
Al leer los juicios de los que se autocalifican como “trujillistas” resalta la pobreza intelectual rayana en el cretinismo, la carencia de valores y principios morales, el desparpajo, la frivolidad, la incultura y el vocabulario de matón y analfabeto que los encuadran y definen. En medio de expresiones soeces y destempladas, emerge la catadura de dichos energúmenos, enceguecidos en el espejismo de una vuelta a las mieles del poder, sintiéndose los nuevos alicates del Trujillo redivido que sería el ramficito de segunda mano que nos quieren encajetonar entre pecho y espalda.
Tras bambalinas, viejos capitostes, de aquellos que se refocilaban en el Foro Público y se prestan para toda bajeza, aportan guía y apoyo al delfín que funge de pretendiente a la corona. Ya saben, esos a los que Duarte llamó el “bando parricida y traidor”, mueven hilos para “proyectar” al calumniador.
Estamos en medio de un intento, que juzgo el último, del trujillismo por reimplantarse en el país. Eso requiere mantener en alerta la conciencia democrática nacional y denunciar las maniobras siniestras del clan de ex –torturadores, esbirros, soplones, matones, serviles cortesanos y escoria de toda laya que se amalgaman en este intento por apropiarse del país, desmantelar el estado de derecho, imponernos una tiranía cruenta y sanguinaria y despojar por la fuerza de sus bienes a las personas, de sus derechos a los ciudadanos y de sus honras a las damas.
Y, estemos claros, tendrán que matar a muchos si quieren lograrlo. Y no vamos a regalar de gratis nuestras vidas. Como Duarte, repito: “El amor a la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idear de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes”.
Tengo cuatro hijos y, más que educación, más que bienes, el mayor legado que les puedo dejar es un suelo patrio, la libertad y la democracia. No es verdad que ellos van a tener que exiliarse huyéndoles a una tiranía o criar sus familias en medio del oprobio de una dictadura. No mientras yo lo pueda impedir. No es ese el ejemplo que les voy a legar ni el país que les voy a dejar. Y punto.
Santo Domingo, R.D., jueves, 11 de noviembre de 2010
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