jueves, 11 de noviembre de 2010

La Tragedia



Luis H. Arthur



En la baraja existen dos comodines, sin valor propio y que pueden asumir el de cualquier otra del paquete. En la sociedad de hoy hay demasiados comodines, lambones, gente sin personalidad propia que asumen a conveniencia la que les interese a sus bienes y fortuna.

También existe una mediocridad que raya en lo absurdo. Nos encanta escuchar a políticos e imitarlos, aunque dudamos quien imita a quien, que cuando no tienen nada que decir con concepto y base, saltan con una pachotada o insulto.

Hipólito habló que hay que parar la corrupción de este gobierno, lo cual es cierto. El Sub-Procurador Otoniel Bonilla le contestó que él estaba descalificado para hablar de corrupción pues fue quien empezó, y que si aquí hubiera “institucionalidad” y él no hubiera hecho los amarres que hizo, no estaría donde está…, lo cual también es cierto. No le dijo que él protegió a Leonel cuando cumplió su mandato, y que si no hubiera actuado con tanta irresponsabilidad, ni Leonel ni él estarían hoy donde están.

Hipólito, en una comida rodeado de cientos de personas, le contestó como suele él hacerlo, diciendo que era un “incapaz”, con otras palabras más fuertes, que inventaba cosas, que mirara a los de este gobierno. Y todos se rieron y lo celebraron. Pocos se admiraron, alarmaron y meditaron.

No desmintió, no usó argumentos racionales ante una acusación tan grave, simplemente uso la fórmula de quien no tiene para devolver, de negar e insultar, y entiende que con eso está pontificando y todos deben creerle porque él lo dice. Y todos los acólitos comodines presentes lo celebraron. Ambos presidentes se adhirieron al protocolo de “Pecados y Perdones”.

El Sub-Procurador, que encarna la institucionalidad ausente, tampoco ha sometido a Hipólito y su grupo, tampoco lo ha hecho con ninguno de los funcionarios actuales, camarilla de ladrones, y sólo custodia los muchos expedientes que obran es sus manos, engavetados. Él encarna la no institucionalidad. Es un funcionario banal, irresponsable, que cobra por algo que no hace y ni se respeta ni renuncia, luce lo tienen para de vez en cuando, con manos temblorosas por la falta de credibilidad, tirar pedradas que nunca aciertan al blanco.

Y nosotros manifestamos estar felices con este actuar. Lo celebramos, nos reímos, pues la tragedia dominicana tiene cara cómica para muchos.

Eso es a causa de la falta de educación, de principios, de entereza, de moral. Donde no hay castigo sino impunidad, todo se viola.

No nos importa el país, ni a los que están arriba, ni a los que quieren volver a hacer lo mismo, pues quien falta a su palabra una vez, muchas veces, lo volverá a hacer, y no debería tener ni credibilidad ni arrastre público como dirigente, a menos que los arrastrados busquen otra cosa que no sea un líder capaz, serio y honesto para dirigir a este país emproblemado y caminando en reversa, endeudado por Hipólito y Leonel hasta más no poder.

Seguidores yoistas que parecieran compartir y celebrar las mismas pachotadas, para lograr posiciones, respeto a sus indelicadezas y pingües negocios, aunque pueda haber uno que otro despistado.

No es posible que hayamos descendido tanto, que seamos tan abyectos, tan soeces, tan egoístas.

Una cosa es ser abúlico, lo cual está muy mal y así no se hace democracia, y otra cosa es ser como nos exhibimos.

Santo Domingo, R.D., jueves, 11 de noviembre de 2010

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