lunes, 22 de noviembre de 2010

A Dilma


Chiqui Vicioso


Vengo de una media isla, con apenas diez millones de habitantes, al lado de Haití y cerca de Cuba.  Tenemos grandes expectativas de que un país que será la quinta economía del mundo tenga como presidente a una mujer.  Es por eso que les voy a contar una experiencia donde se manifestaron los problemas de participación política de las mujeres y de su liderazgo en los Partidos.

Como ustedes saben las mujeres hemos sido socializadas para el servicio.  Parimos la mitad de la humanidad, la cuidamos y socializamos, en un proceso que no tiene valor económico y que las mujeres asumimos como propio de nuestra condición, como algo natural.  Si hablamos de enfermeras, profesoras, niñeras, cuidadoras de ancianos, trabajadoras sociales, prostitutas, profesiones donde las mujeres son mayoría, todas tienen como denominador común el servicio a los otros.

Dilma Rousseff, presidente electa de Brasil.

La mujer tiende a trasladar esa socialización a la acción política y partidaria.  En los Partidos ellas son generalmente las encargadas de la acción social, de preparar el café, o de la preparación de reuniones y congresos.  Difícilmente se encontrará a las mujeres, de manera proporcional, en las direcciones partidarias, discutiendo las estrategias para alcanzar el poder.  Generalmente las mujeres, como resultado de su socialización, tienden a sacrificar sus demandas de género (igualdad y participación equitativa) en pro de las metas y objetivos generales de sus Partidos.  En ese sentido generalmente tienden a sacrificarse y a perder en el ínterin su especificidad como líderes femeninas...

 Eso es exactamente lo que acaba de acontecer en la República Dominicana: Allá, un sector retrógrado de la Iglesia católica promovió la inclusión en la nueva Constitución de un mal llamado Artículo 30 que prohibía el aborto terapéutico.   Ese sector desató una campaña de terror contra los diputados y senadores que tenían que votar y ratificar o rechazar el llamado Artículo 30.  Era de esperar que el partido en el poder, el PLD, votara a favor de ese artículo, pero el PRD, afiliado a los estatutos de la Internacional Socialista no podía hacerlo, por los valores explícitos de solidaridad con las mujeres que esos estatutos proclaman.

Durante el proceso, un sector importante del movimiento de mujeres invitó a una delegación de la Internacional Socialista de Mujeres.  Con ellas desarrollamos una intensa jornada de reuniones con las mujeres de los Partidos,  con los diputados y diputadas; senadores, los medios de comunicación, radio y prensa, y el movimiento feminista.

Las dirigentes principales del PRD  dijeron estar cien por ciento de acuerdo con nosotras, pero a la hora de la votación sacrificaron sus principios en pro de la posición del presidente del Partido. ¿Y cuál fue el resultado de esta situación?  Que el Artículo 30 fue aprobado y ya han muerto docenas de muchachas pobres por causa del aborto y la negación de los hospitales de recibirlas, y las candidatas del PRD fueron borradas del espacio político dominicano en las últimas elecciones municipales.

Santo Domingo, R.D., lunes, 22 de noviembre de 2010


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