El Bulevar de la vida //
Pablo McKinney
Todo parte de los versos con los que terminamos la columna del sábado: “Sólo quiero una semana para entender las cosas./ Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.”
De repente al país se le han acumulado los absurdos, (-destacándose entre ellos, la negativa gubernamental a cumplir la Ley que otorga el 4% del PIB a la educación-), lo que viene creando una atmósfera que expresa muy bien el poema: ¿estamos saliendo de un manicomio para entrar en un panteón?
¿Qué ocurre en el país nacional que de repente se percibe un tocar fondo en viejos males como nuestra vieja incapacidad para definir nuestras prioridades?
Por primera vez en décadas, el país se percibe huérfano de liderazgos éticos y morales. El desborde multitudinario del pueblo hacia los restos mortales de Freddy Beras Goico, fueron un síntoma sociológicamente palpable, un detalle a tomar en cuenta.
La orfandad nacional crece y ya no hay religiones, ideologías ni amores adolescentes -como los de antes- para acogernos en su santo, diabólico o tierno seno, según el caso. Después de 40 años de intentos democráticos, removimos los altares y nos hemos quedado sin santos. ¿Y ahora?
A la nación dominicana le está asfixiando tanto cínico divorcio entre hecho y palabra desde la partidocracia en el poder Ejecutivo, Legislativo y Municipal.
Alardeamos ante el mundo de nuestro crecimiento económico ejemplar, pero no alcanza el dinero para la educación.
Un ministro de la cosa, -hasta hace pocos años un muy humilde sindicalista magisterial de Haina- se manda a construir un ascensor para, con su vehículo, subir a su despacho y no tener que vérselas con la chusma partidaria profesoral,y al muy señor nadie le llama la atención, ni le recrimina nada. ¡Los detalles, Profesor, los detalles!
Y si esto fuera poco, cuando el primer mundo (la vieja Europa) refuerza la educación de las lenguas maternas, aquí, de espaldas al Consejo Nacional de Educación y sin consultar a nadie, se montan una vaina transversal para no enseñar español sino presentarlo en imágenes y audiovisuales.
Y lo peor: ante este festival de absurdidades aumentadas, no se ve en el panorama político una tenue luz de esperanza, alternativa, un “nuevo camino”, un “apertura de ventanas”, un “Ahora es”, o “Somos más” y en ese plan.
Si a una patria en gris le robas su esperanza, ¿qué le queda?
¿Qué es un pueblo sin su fe?
Gracias a B. Russell sabemos que hasta los ateos lo son gracias a un Dios.
Creer en algo para tenerse en pie. Eso. Creer en algo, aunque sea en la santa poesía de Jaime Sabines, amén: “Sólo quiero una semana para entender las cosas. / Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.”
Santo Domingo, R.D., lunes, 29 de noviembre de 2010
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/11/29/67912/El-Bulevar-de-la-vida
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