martes, 9 de noviembre de 2010

Nikauris, Sonia y Mairel



Susi Pola

Hasta el 30 de octubre, eran alrededor de 147 mujeres las víctimas de feminicidio en el país, cifra excedida como para llamarnos nación democrática y libre. Demasiado el número de mujeres prisioneras de costumbres machistas y violentas establecidas como “cultura dominicana”, por la manía de llamar tradición aún a lo que mata a la mayoría.

A la cifra, hay que agregar a las tres dominicanas que, en el segundo semestre de este año, fueron asesinadas en países que les eran ajenos. Nikauris, sin apellido y de 29 años, en España. Sonia Rodríguez Polanco de 33 años, en Chile. Mairel Mora, de 31 años, en Argentina.

Nikauris, oriunda de Samaná, llevaba algunos años residiendo en España, trabajaba como camarera de planta en un céntrico hotel de Barcelona y tenía tres hijos de entre 7 y 11 años de una pareja anterior. Vivía hace algo más de un año con su verdugo, señalado como un tal Jorge Alberto C.L., de 40 años y también dominicano, quien la mató a puñaladas. Nikauris falleció en el camino al hospital.

Sonia Rodríguez, nativa de Santiago, llegó a Chile en junio del 2009 y fue asesinada de 92 puñaladas con un cuchillo de cocina, en su domicilio en la patagónica ciudad de Punta Arenas, por Domingo Jaime Mansilla Contreras, chileno de 37 años, quien estaba relacionado sexualmente con ella esporádicamente. Sonia estaba embarazada y dejó en la orfandad a tres hijos que viven aquí, en Santiago.

El cuerpo sin vida de Mairel Mora, fue encontrado en un suburbio de Olavarría, Provincia de Buenos Aires, en Argentina, cuando el vecindario llamó a los bomberos por el fuego en un edificio en construcción abandonado, tirada sobre una pila de madreas humeantes, con signos de haber sido violada, torturada y quemada por un desconocido o más.

El año pasado, las cifras sobre las remesas de dinero que llegan a la República Dominicana, enviadas por las personas que emigran a buscarse una mejor vida, señalaban el perfil femenino en su mayoría, una noticia que, unida a los altos índices de jefatura de hogar femenina, de más del 37%, confirmaban una economía nacional mantenida por dominicanas, teniendo en cuenta que, en más del 50% de los hogares dominicanos, el salario de la mujer completa al del hombre para sobrevivir.

Estos datos entrecruzados con la elevada suma de feminicidios, deberían preocupar al Estado y su administración, para incorporarlos a su lista de prioridades, porque no podemos vivir de las mujeres, maltratarlas y matarlas al buen antojo, sin que esto trascienda a la cotidianidad del poder.

En este noviembre el Congreso debe incorporar el feminicidio a la modificación del Código Penal, para hacer justicia con un crimen doloroso, frecuente en nuestro país y aún es invisible a las leyes dominicanas.

Santo Domingo, R.D., martes, 09 de noviembre de 2010


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