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El conflicto con Centroamérica por supuestas violaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), aunque bastante perturbador, no ha pasado, por suerte, de un conato. Que se sepa, por lo menos hasta ahora los costarricenses no han apoderado a la Organización Mundial del Comercio (OMC) de las violaciones que implicarían los aranceles dispuestos por las autoridades dominicanas para mercancías de la región.
Pero como el que no sale de una, ahora el país está metido en un lío más feo con la Unión Europea por las construcciones del mercado binacional de Dajabón y de un puente que comunica con Haití, dos obras que, pese a una inversión de alrededor de 45 millones de euros, han resultado infuncionales.
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Hasta el detonante de la diplomática europea se tenía entendido que el mercado binacional de Dajabón operaba con todas las de la ley. Pero la sorpresa ha sido grande al conocerse la protesta de la Unión Europea sobre las condiciones del intercambio comercial en la frontera domínico-haitiana.
Los europeos no son dados a escandalizar, pero la forma en que se ha expresado la embajadora Horejs traduce un conflicto que puede dejar muy maltrecha la imagen de República Dominicana. No importa que haya tratado de minimizarlo, el trasfondo está a la vista. Ha debido explicar cuál sería su actitud si los recursos para concluir las obras no aparecen en un tiempo prudente.
Como nación en que los misterios oficiales opacan la transparencia no se sabe cómo se sortearon las construcciones ni las firmas beneficiadas. Aunque se trate de relegarlo con poses diplomáticas, este otro lío ensombrece todavía más la imagen del país en el exterior. La suerte puede durar mucho, pero no es eterna.
Santo Domingo, R.D., lunes, 08 de noviembre de 2010
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