jueves, 11 de noviembre de 2010

Servilismo hereditario

A propósito de la carta "enviada" a Leonel Fernández por 26 Senadores del Partido de la Liberación Dominicana, en lo que no deja dudas de que se trata de uno de los actos de la obra "Reelección" que tratan de re-estrenar desde Palacio los becerros que secan las tetas de la vaca nacional, publicamos a continuación uno de los trabajos recopilados por el intelectual Julio Jaime Julia, y que corresponde a uno de los Primeros Escritos de un reeleccionista contumaz, y que se remonta al 6 de diciembre de 1922, cuando al parecer ya se veía venir la ominosa "Era de Trujillo" con sus secuelas... y de la que su protagonista, Rafael Leonidas Trujillo Molina, no previo su tragico desenlace cuasi final el 30 de mayo de 1961. (Eulalio Almonte-Rubiera, editor Presencia Digital RD).


Servilismo Hereditario
Por Joaquín Balaguer


En todos los órdenes de la vida, desde el más complejo hasta el más sencillo y natural, cuando se constituye un grupo cualquiera, con un fin determinado de mutua cooperación o de común perfeccionamiento, surgen, casi en seguida, mentores que se adueñan del ánimo de la colectividad infundiéndole calor a sus ideas con el fuego calculador de sus mixtificaciones prometedoras del bienestar y el mejoramiento colectivos... En todos los pueblos, aun en los más civilizados, se nota esta tendencia de los hombres a agruparse alrededor del más fuerte quien, por su mayor capacidad mental o por su astucia engañadora, prostituye la conciencia colectiva degradando gradualmente el alma genuflexa de las multitudes hasta el punto de convertirla en el culto idolátrico y servil del fetichismo, que es quizás la fase más característica y pronunciada de la barbarie primitiva. Y, en Santo Domingo, como en los demás pueblos, la política oportunista de los señores de horca y cuchilla, se ha ido adueñando de las propias e inmanentes volisiones de las masas heteróclitas y mentalmente acéfalas. Los políticos, sobre todo, han sabido, en todos los tiempos, aprovechar el servilismo hereditario de nuestras multitudes. Y constituyéndose en mentores vitalicios, destruyen, en continuos golpes de Estado, los igualitarios principios de la equidad social. Surgen, es verdad, espíritus superiores que, con toda la fuerza de su serenidad reconstructiva se oponen a la obra detractora de estos vendedores de pueblos y compradores de conciencias. Sin embargo, el grito de las huelgas populares, la inconsciencia de las masas exacerbadas por la inconjurable prostitución de las costumbres, ahogan pronto el gesto enérgico y viril de la protesta saneadora, personificada, por decirlo así, en estos civilizadores de pueblos puestos al servicio de una causa ennoblecedoramente grandiosa. La muchedumbre es lo bastante ciega para comprender que al fin habrá de hundirse por su propio peso en el abismo. Y, mientras tanto, la colectividad camina hacia la ruina empujada por la ley fatal de un servilismo hereditario. Sólo una esperanza mantiene la llama de la indignación sobre las piras sangrientas del oprobio; y, a pesar de todo, las generaciones se suceden caminando, por los mismos derroteros, hacia análogos abismos... Esa ha sido nuestra historia, y esa seguirá siendo hasta jamás. Si no arrancamos de nuestro corazón ese servilismo hereditario que comunica a nuestros espíritus la hosquedad recelosa del hombre prehistórico, ajeno a las más sencillas evoluciones y hostil a toda auténtica y provechosa apreciación de la demagogia fetichista...

"Reformarme es vivir", decía el maestro... Y reformar es librarnos de ese servilismo que ensombrece las imprecisas perspectivas del futuro, anunciador de una nueva vida en los obscuros horizontes de la Patria...

LA INFORMACIÓN, Diciembre, 6 de 1922.




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