Atisbando //
Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Esos chocheos son tratados por comentaristas y lameculos en medio de discusiones donde se hace galas de enjundiosos comentarios y profundas reflexiones.
Es bueno identificar esas fintas con las que nos bombardean constantemente, para que no perdamos la perspectiva de lo real, lo importante, lo que realmente nos afecta.
Mí ahijada Carolina, hija de Nancy y José Enrique, cuando era niña preguntaba a su padre, temerosa ante cualquier comentario de situación peliaguda, preguntaba: Papi, papi ¿a quién se come?
En 1971 posicioné el diario El Sol, que se imprimía en Santiago, cuando planeé y llevé a cabo, con Lipe Collado, redactor y Alfredo Freites, originalmente fotógrafo a quien convertí en periodista, una campaña para denunciar cómo y dónde se fomentaba el tráfico y consumo de drogas en nuestro país.
Rafael Herrera Cabral.
La campaña fue tan exitosa que logramos identificar más de 60 (cito de memoria) lugares en donde se vendían drogas camuflados tras el símbolo de la barbería: un cilindro blanco pintado con una raya roja en forma de espiral, situados en todo el Distrito Nacional.
A Rafael Herrera, director de Listín Diario, se le ocurrió publicar un editorial culebreando el problema para sostener que se magnificaba el asunto.
Le contesté con la fábula del niño ovejero quien corría desaforado mientras gritaba: ¡llegó el lobo¡ al lugar donde pastaba y triscaba el ganado. Todos corrían a proteger sus animales y espantar al lobo. Se trataba de falsas alarmas que el niño repitió tantas veces que cuando llegó el lobo nadie le creyó y la fiera se dio banquete con los indefensos animales.
Obviamente Herrera no sabía lo que ocurría en el país. Su periódico estaba interesado en asuntos “mayores” mientras la droga penetraba silenciosa.
La campaña del periódico fue tan exitosa que hasta logré que el Presidente Joaquín Balaguer modificara el formato de su rueda de prensa de los viernes en la noche, para que el Congreso agravara las penas del negocio del narcotráfico y consumo de drogas, pero esa es otra historia.
¿Acaso alguien piensa que el Presidente de la República desconoce que sus compañeros de partido y de juventud se han convertido en ladrones de saco y corbata, podridos de millones obtenidos al amparo del poder que él delega de manera selectiva?
Nadie lo cree, entonces, doctor Leonel Fernández, usted acostumbra a usar el chocheo, para engañar al pueblo, pero tanto va el cántaro al pozo hasta que se rompe.
Santo Domingo, R.D., jueves, 18 de noviembre de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario