sábado, 18 de diciembre de 2010

A desfacer entuertos


EN PLURAL //
Yvelisse Prats-Ramírez De Pérez

Escribo En Plural en la mañanita del jueves, me dicen que han convocado el Consejo Nacional de Educación, para conocer, ¡qué ironía!, los textos “integrados” que circulan desde el comienzo del año escolar sin la autorización que de acuerdo al art. 78, literal e) de la ley 66-97 le corresponde exclusivamente al organismo que a posteriori se está informando de lo ya hecho.

Pronto, pues, se sabrá ya el destino de los textos: lo peor, una salida “salomónica” que cambie algo para no cambiar nada, como aprendieron los cínicos con Gatopardo.

De todos modos, y en todo tiempo, rechazo esos textos “integrados”. Como ciudadana, como dominicana y como maestra, estoy en la misma trinchera de Andrés L. Mateo, de Manuel Núñez, del Dr. Vincho Castillo, del Padre Héctor, denunciadores de las falencias y peligros de estos materiales pésimos. Hablo también En Plural por esa parte de la comunidad educativa más genuina, los/las alumnos/as y sus profesores, a los que se ha obligado a utilizar estos textos absurdos, sin la democrática consulta imprescindible.

Se ha comprobado ya que con ellos, se viola la ley de Educación, duplicando así la burla de no cumplir con el 4%.

Estos libros violan el currículo vigente, pues desaparecen con su uso las 7 horas asignadas a la enseñanza de la lengua materna en los cuatro grados del Nivel Básico.

Se percibe con temor dominicanista que los niños/as leerán en ellos que Juan Pablo Duarte es el nombre de un puente, y que el mes de febrero ya no es el mes de la Patria, sino el del Carnaval.

Si los técnicos/as del Ministerio de Educación logran en la sesión del Consejo convencer a los participantes de que esos libros son pertinentes, y siguen adelante con su uso, se privaría a la educación nacional de su más alta y noble función: cuajar la identidad nacional y cultural y el sentido de pertenencia subjetivo necesario para construir la cohesión social.

Los cinco primeros años de asistencia a la escuela son decisivos en la socialización de los sujetos, también en el desarrollo de su ínsita personalidad. Cinco años sin aprender sistemáticamente su lengua materna, ni su historia patria, hará de ellos seres humanos amorfos, caotizados, sin rostro propio ¡y eso en medio del doble asalto que suponen la globalización por un lado, por el otro, la migración haitiana indetenida, a nuestra esencia nacional!

Hay un aspecto trucado en el debate que debo señalar. No soy gramaticalista, conozco perfectamente el enfoque comunicativo, funcional y textual de los objetivos en la enseñanza de la lengua: aprender a hablar, a escuchar, a leer, a escribir.

Por supuesto, con pertinencia, propiedad, comprensión, coherencia, eficiencia, criticidad y significativamente.

Para lograrlo, mientras los alumnos se ejercitan hablando, leyendo, escribiendo, es indispensable que se produzca simultáneamente en ellos la reflexión de las normas, las morfosintácticas y las léxicas. Me remito a por lo menos una docena de libros de didáctica actualísimos, que están a disposición en mi biblioteca para el/la que disiente.

Leonel Fernández. 

¿O acaso la propiedad se adquiere sin las subcompetencias semánticas; la coherencia no necesita la sintaxis y los signos de puntuación; la eficiencia y criticidad, las normas sociolingüísticas y estratégicas, y en fin, el aprendizaje significativo no requiere esa reflexión problematizadora sobre categorías gramaticales que solo sedimentarán  manejándolas tempranamente?

A despecho de cualquier “solución” del Consejo Nacional de Educación, el debate, democrático, y por la democracia, debe continuar.

Me atrevo a pedir al Presidente de la República, culto lector y candidato a la Academia Dominicana de la Lengua, su atención sobre los “textos integrados”. Pienso que no le gustarán al Dr. Leonel Fernández que conozco.

En desagravio a la lengua castellana excluida en estos textos, Presidente, le solicito que recuerde a Cervantes, en aquello de “desfacer entuertos”.

Santo Domingo, R.D., sábado, 18 de diciembre de 2010.

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