Teófilo Quico Tabar
La sociedad está moralmente grave,
socialmente desequilibrada
La encuesta Gallup-Hoy como una tromba despojó a la sociedad dominicana de sus ropajes y le enseñó al mundo sus intimidades, lo que debe conducirnos a todos a reflexionar profundamente sobre ese fenómeno negativo que azarosamente crea en nuestro pueblo la lamentable percepción de que todos los sectores están altamente contaminados por la corrupción.
Que nadie se llame a engaño, todos los sectores deben y tienen que analizar profundamente sobre lo que los dominicanos piensan acerca de sus propias instituciones, porque si bien en otros aspectos se puede decir que hay términos medios, no ocurre así en lo moral y lo conductual.
Pueden existir sectores o personas poco pobres, pero no poco corruptos. Se es corrupto o no se es, lo que indica que no hay un solo sector que no haya sido calificado por más del 50% como infectado por ese flagelo. Desde la justicia, donde solo un 5.6% opina que no está contaminada por la corrupción, o sea, que más del 90% percibe que de alguna manera está salpicada, poco o mucho, hasta las iglesias sobre las que menos de la mitad de los encuestados entienden que están libres de pecado, o sea, que algo más de la mitad sí consideran que poco o mucho lo están, y eso debe alarmarnos a todos.
El gobierno y sus instituciones oficiales, militares, los partidos, Congreso, empresas privadas, medios de comunicación, ONG, y las demás, a consideración de la mayoría de los encuestados, todas están altamente contaminadas por la corruptela, lo que es absolutamente vergonzoso y digno de preocupación.
Si nuestras instituciones y sectores están tan mal valorados, poco o mucho por los propios dominicanos, antes de algunos alegrarse pretendiendo encontrar el consuelo de los tontos por tener puntuaciones menos malas, deberían reflexionar y enmendar acciones. Con la evaluación de Gallup-Hoy, la sociedad dominicana ha quedado al descubierto y está mostrando sus partes más intimas, pero si pretendemos cubrirla de nuevo con todos sus defectos sin buscarle soluciones urgentes y drásticas para erradicarlas de raíz, por lo menos comenzando por confesar y reconocer debilidades y corrigiendo actitudes, el pueblo, más temprano que tarde, encontrará los remedios que encuentre a su alcance, aunque necesariamente no sean los más aconsejables.
La sociedad está moralmente grave, socialmente desequilibrada y económicamente delicada. Los pueblos duermen, pero a veces despiertan sobresaltados. No permitamos que el remedio sea explosivo. Que nadie celebre, todos debemos reflexionar.
Encabezados por las organizaciones que tienen como misión servir de guías espirituales, deberían iniciarse jornadas de oración y marchas con sombrillas y banderines, pero ahora de luto como señal de arrepentimiento o como actos de contrición para que Dios ilumine a los líderes a encontrar el camino de la verdadera conducción moral y para que los pastores se alejen un poco más de las cosas que no son de su competencia y así las ovejas puedan conocen mejor sus voces.
Santo Domingo, R.D., jueves, 09 de diciembre de 2010
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