Editorial El Nacional
A pocos días de reiniciarse el desayuno escolar y después de que 23 alumnos se intoxicaron con la ingesta de esos alimentos, el ministro de Educación anunció ayer la suspensión total del programa, “por falta de garantías para preservar el bienestar y las propias vidas de los estudiantes.”
El secretario Melanio Paredes dijo que la nueva interrupción de la merienda fue dispuesta desde la India por el presidente Leonel Fernández al ser informado de otros cinco casos de intoxicación en dos escuelas de Haina. El martes, 17 escolares de un plantel de Cotuí sufrieron trastornos al ingerir leche, jugo y bizcocho.
Lo que sucede con el desayuno escolar puede definirse como insólito, misterioso, extraño, porque tras ocurrir 350 casos de intoxicación fue suspendido por largo período para supuestamente revisar toda su logística y garantizar sanidad en su contenido, pero el mismo día de su reanudación, 17 niños enfermaron al comer de esos alimentos.
De nada han valido los cambios de proveedores o suplidores, porque por alguna razón oculta se distribuye en lugares diferentes leche, jugo, chocolate o bizcocho adulterados, por lo que el presidente Fernández recomendó “no suministrar en ninguna escuela del país el desayuno escolar”.
En principio se dijo que los 17 estudiantes intoxicados en Cotuí fue “por intolerancia a la lactosa”, pero resulta extraño que en la distribución de más de un millón de raciones de leche, sólo un grupo de alumnos de una misma escuela reflejaran rechazo a ese alimento. Es un misterio también que en ese municipio se inició el año pasado la ola de intoxicaciones.
Distribuir en las escuelas leche, jugo y bizcocho no debe ser más complicado que enviar un cohete tripulado a la Luna, por lo que las autoridades están compelidas a esclarecer esta historia de Agatha Christie, que por demás representa un negocio que envuelve centenares de millones de pesos.
Tal parece que el desayuno escolar debería salir del ámbito del Ministerio de Educación para que sea manejado por una institución autónoma de carácter técnico que garantice calidad del contenido y pueda por vía de la transparencia conciliar intereses que se disputan el control de ese programa.
Puede ser que la suspensión de la merienda escolar ordenada por el presidente Fernández sea lo más saludable para evitar que las interminables cadenas de intoxicaciones deriven en desgracia mayor, pero hay que lamentar que más de un millón de estudiantes pobres tendrá que recibir docencia con los estómagos vacíos.
La crisis del desayuno escolar ha desbordado la capacidad de abordaje de las autoridades educativas, por lo que se reclama que el Gobierno centre atención en ese grave y anejo problema y procure localizar cuanto antes el nudo gordiano que ata ambiciones desmedidas al derecho de los estudiantes a una merienda que no los envenene.
Santo Domingo, R.D., viernes, 04 de febrero de 2011.
http://www.elnacional.com.do/editorial/2011/2/4/74091/Insolito-y-misterioso
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