Lilliam Oviedo
La asistencia de Leonel Fernández a la reciente reunión del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, fue una acción reeleccionista. En la actual situación, trata de convencer a los dirigentes de Estados Unidos y de las grandes potencias europeas de que su permanencia en el Palacio Nacional garantiza estabilidad en República Dominicana y facilita la aplicación de la política imperialista en Haití.
A coro con presidentes ultraderechistas del continente como Juan Manuel Santos, de Colombia, Felipe Calderón, de México, y Ricardo Martinelli, de Panamá, Fernández manifestó adhesión al conservadurismo y se presentó como un dirigente influyente.
Se hizo acompañar de empresarios de Zonas Francas, sector al que espera convencer de que vería aumentar sus beneficios si él continúa gobernando, y le ha prometido que contribuiría a crear en Haití un clima favorable para la multiplicación de sus capitales.
Habló sobre la participación del sector privado en el desarrollo y quiso presentar como nueva la vieja perorata sobre la alianza entre capitales y gobiernos.
“Mirando hacia el futuro, esas alianzas público-privadas son necesarias para que podamos tener un nivel de crecimiento económico que sea incluyente, respetuoso del medio ambiente y sostenible en el tiempo”, apuntó.
En ese escenario, nadie le preguntó si esas condiciones las reúne el contrato entre el Estado y la empresa Barrick Gold, contrato que, fingiendo ignorar que esa empresa contamina y es depredadora, él ha dicho que debe mantenerse, porque es parte del ambiente de “seguridad jurídica” que debe existir en el país.
La pose contrasta además con su decisión de mantener vigentes los lesivos contratos en el sector energético, con su protagonismo en la práctica del clientelismo y en la impunidad del delito de Estado, y con la brutalidad policial de que se ha servido en sus gestiones.
Son los elementos que pretende disfrazar con la labor ideológica que promueve desde el millonario negocio llamado Fundación Global.
Se apoya en el descrédito y la pusilanimidad de sus competidores dentro del Partido de la Liberación Dominicana, y en el fardo de incompetencia, de descarada corrupción y hasta de sangre, que también arrastran los precandidatos del Partido Revolucionario Dominicano.
Para maximizar el beneficio que obtiene del atraso político y del autoritarismo aquí, lo liga al interés de las grandes potencias sobre Haití. (No es casual el reciente viaje allí de Hillary Clinton). Y presenta como pertinente el proyecto reeleccionista entre los líderes de las grandes potencias... Por eso viajó a Davos justo ahora... Es otro recorrido de conveniencia que este pueblo paga.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 02 de febrero de 2011.
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