Yasir Mateo Candelier
Arthur Schopenhauer estuvo de acuerdo con el conde Giacomo Leopardi -otro que murió hace tiempo- il mondo é una lega di bribanti contro gli uomini da bene, e dei vili contro i generosi (El mundo es una alianza de bribones contra los hombres de bien, y de los mezquinos contra los generosos).
Si meditamos un poco, encontraremos que esta reflexión invita a los hombres y mujeres de bien a armarse contra los bribones y los mezquinos. Es una guerra constante, infinita. Una persona de bien no se puede esconder de los malos. Una persona de bien se defiende de los ataques, responde. Un hombre de bien no es sinónimo de un hombre pendejo.
Pintura que retrata a
Arthur Schopenhauer en 1859.
En un aeropuerto de los Estados Unidos, una policía me preguntó: ¿Adónde vas con esos libros?, ¿eres profesor? Yo le respondí que no, que era lector, por lo que la amable señora me hizo pasar las cajas de libros por la máquina de seguridad varias veces.
Giacomo Leopardi, óleo sobre tela de
A. Ferrazzi (1820),
Recanati, Casa-Museo Leopardi.
En el último trabajo que tuve en Madrid, la dueña de la empresa se negaba a hacerme un contrato por escrito, ya que se ahorraba pagar la seguridad social y además me restringía otros derechos laborales: Pago de liquidación, vacaciones, etc. Pero yo tenía mis libros. Y usted se preguntará, ¿adónde vas con esos libros? Pues a muchos lugares. Me iba a encontrar con situaciones similares a la que me ocurría a mí en ese momento; a consultar con los muertos sobre algún hecho anterior muy parecido. La Biblia dice que en el mundo todo se repite “Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el sol” (Ecl:1:9).
En una de las “Vidas paralelas” de Plutarco, leí que un general se enteró de que algunos de sus subalternos estaban preparando un atentado para acabar con su vida. Como el general era buena gente, pero no pendejo, empezó a tomar dinero prestado a todos los altos rangos de la tropa que dirigía, sabiendo que la deuda se extingue con la muerte del deudor. Por esa razón, el atentado nunca se produjo. Eso sucedió hace más de dos mil años.
Yo. Madrid. 2010. Una señora se niega a contratarme formalmente, quiere decir, por escrito. Entonces procedí a tomarle dinero prestado. Así me aseguraba de que:
1.- No me iba a despedir sin previo aviso.
2.- Si solicitaba trabajo extra, lo normal era que me lo consiguiera para yo poder pagar la deuda que había contraído con ella.
3.- En caso de despido, me quedaba con el dinero prestado en concepto de liquidación.
Tomé dinero prestado por un motivo real. Luego, tres motivos no evidentes para defenderme de los bribones y los mezquinos; los tres que he mencionado arriba. Se me dió el número tres.
Santo Domingo, sábado, 26 de marzo de 2011.
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