ORLANDO DICE//
Orlando Gil
INFINITAS
No hay duda de que los perdedores en la política dominicana tienen altos grados de creatividad e imaginación, y que son infinitas sus maneras de reaccionar ante un resultado adverso.
La democracia interna es un logro y desde adentro y desde afuera siempre se demanda de los partidos que se abran lo más posible, de modo que sus procesos sean plurales y participativos. En ese discurrir, los bandos se han acusado de todo e imputado los pecados y delitos que son propios de las consultas nacionales. Sin embargo, no habían llegado al extremo de acusarse de que el triunfo del contrario fue debido a las influencias de otro partido.
Hay que preguntarse por qué el PLD, con un caudal tan grande de votantes, no intentó antes subvertir el orden interno del PRD o del PRSC y cambiar el destino de sus escrutinios.
Se habla ahora de las relaciones cercanas entre dirigentes del sector de Hipólito Mejía y funcionarios de la cercanía de Leonel Fernández, como pruebas de la confabulación y sus consecuencias…
Es un poco forzar situaciones, pues las relaciones que se establecen en las discotecas o fiestas no son ni pueden ser determinantes a la hora de escoger candidatos. No solo Silvio Berlusconi en Italia gusta de las velinas, sino que aquí, políticos del gobierno y de la oposición, sienten iguales preferencias y se disputan “en la pista” lo que haya de glamoroso.
Los lances se conocen e igual los medios de atracción.
Incluso se sabe que en ese corral de machos hay espacios de respeto, pues como bestias marcan sus territorios y los otros no se equivocan ni se atreven a transgredir las normas tácitamente acordadas.
Además, de que no basta la esplendidez del bolsillo, sino su fortuna para aguantar un trasnoche descorchando Don Perignon y después asaltar la casa o la oficina de la dulcinea con arreglos interminables de flores. De manera que no se pueden confundir las leyendas urbanas con potenciales amarres políticos, pues entre borrachos puede haber intercambios pero nunca confianza. Cuando sale el sol cada cual va a roncar donde les corresponde…
LOS ADELANTOS
La petulancia a veces me seduce, y tengo que cuidarme de que el ego no me explote en el pecho, pero esta columna fue reseñando paso a paso, incluso adelantando, la puesta en escena de la estrategia de Hipólito Mejía. Dije en muchas ocasiones que era el mismo caballo, pero mejor embridado. Con la disciplina que le impusieron, y asombrosamente aceptó, Mejía era capaz de aprender después de viejo a tocar el piano con las habilidades de Lang Lang. Muchos de los votantes de Mejía aquí y en el extranjero fueron jóvenes que inexplicablemente se dejaron atrapar y arrastrar por el ritmo gagá de Llegó Papá. ¿Acaso se olvida que destaqué que la campaña de Mejía usaba primero que los demás aspirantes los medios de la red? Sus salidas, las buenas y las malas, eran comunes en Youtube, Facebook y hasta Twiter. En Gurabo de seguro que se creía que no, pero –con paciencia y calma-- un loro viejo pudo hablar, y su voz tan clara que convenció en la jaula y fuera de ella. Dije que tenía al salto de la pulga a sus colaboradores, pues su jornada arrancaba a las siete de la mañana, que para muchos era como decir de madrugada…
EL REGRESO
El “comeback” de Hipólito Mejía fue sorprendente por sus resultados, pero no para quienes observaron atentos el desenvolvimiento de la campaña. Miguel Vargas se fue tomando los cargos del partido y las candidaturas congresuales y municipales, sin dejar sobras en la mesa ni caer migajas al suelo. Con razón la propaganda de Vargas resaltaba que tenía más diputados, alcaldes, dirigentes altos y organismos que Mejía, que era algo así como la Cenicienta del PRD, pues hubo momentos en que estuvo por debajo de Luis Abinader. Lo que quedaba Mejía lo tomaba con resignación: el hombre y la mujer de la calle, la voluntad del que sabe subir palmo a palmo y ganas de cobrarse –tarde o temprano -- los desplantes de los malagradecidos.
Los que ahora veían las manchas, después de haberse gozado la luz. Además, de que tenía, y no debe olvidarse, “el españolito” a que muchas veces hice referencia sin dar nombre. El consultor Iñigo Larrazábal fue una pieza clave, el arma secreta de Mejía, que vino a trabajar y no a creerse Benedicto XVI…
Santo Domingo, R.D., jueves, 10 de marzo de 2011.
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