AL DIA//
Juan José Ayuso
En estas semanas, el historiador Bernardo Vega y el investigador Freddy Aguasvisas han publicado, con fuente en papeles desclasificados del gobierno de Estados Unidos, trabajos acerca de la infiltración de la Agencia Central de Información (CIA) en los movimientos de izquierda.
El primero hizo una labor prolija en su investigación del asesinato del dirigente Maximiliano (“El Moreno”) Gómez, del Movimiento Popular (MPD), que publicaría en un invaluable libro que tituló “El olor del olvido”.
Como agente de la CIA infiltrado en el MPD cita a Manuel (“Manolo”) Plata Díaz, quien tras el asesinato del secretario general emepedeísta en 1971 en Bruselas, Bélgica y como medida usual de protección, habría sido llevado a vivir a Estados Unidos bajo otra identidad.
(Plata, cuyo nombre real era Manuel Díaz, no fue un agente todo lo confiable y eficaz que pudo desearse ya que en muchas ocasiones, para tratar de aparentar la importancia que no tenía, exageraba o falseaba sus informaciones).
Vega no cita nombres de infiltrados aunque los documentos desclasificados que publica pudieran llevar a sospechas acerca de dirigentes de izquierda pero que no pasarían de sospechas y no darían lugar sino a especulaciones.
El que sí ha sido citado, antes de publicarse los artículos de Vega y Aguasvivas y otros textos precedentes, es la vinculación con la CIA del dirigente Luis Genao Espaillat, del Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
(Un par de años después de Abril de 1965, el excatorcista sobrevivió a seis o siete balazos de un atentado que se atribuyó a un grupo emepedeísta. Ya Genao Espaillat era subsecretario de Interior del gobierno neotrujillista de Joaquín Balaguer, impuesto por Estados Unidos en 1966).
Plata, el primer implicado, había sido militar y vendría de un sector humilde de trabajadores agrícolas. Genao Espaillat era de origen en la pequeña burguesía provinciana.
El historiador Miguel De Camps, interesado en la infiltración de la CIA en el movimiento de izquierda, tiene su búsqueda concentrada en textos desclasificados del gobierno norteamericano y en libros como el del exmilitar Brian J. Bosch, (“Balaguer y los militares dominicanos”).
Hasta el momento, De Camps compara las tres o cuatro listas de “comunistas” dadas a conocer por el Departamento de Estado norteamericano desde el 24 de Abril de 1965, listas que empezaron con siete y nueve nombres y que terminaron con 58 y 63.
El historiador busca informaciones en cuanto a las diferencias de nombres entre la primera de 7 y la segunda de 9, en la última de los cuales, y para protegerlos, los norteamericanos habría tenido que agregar a uno o dos agentes infiltrados de la CIA.
Santo Domingo, R.D., jueves, 10 de marzo de 2011.
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